Íbico, (en griego antiguo, Ἴβυκος), nacido en Rhegium, en la Magna
Grecia italiana, fue un poeta lírico griego del siglo VI a.c. Fue contemporáneo
del también poeta lírico Anacreonte. Estaba incluido en la canónica
lista de los Nueve poetas líricos de la entonces helenística Alejandría.
A pesar de la desahogada y despreocupada situación
económica familiar, vivió una vida de aventuras y pasó una considerable parte
de su vida en la corte de Polícrates, tirano de Samos, por quien fue
protegido. La historia de su muerte es así relatada: Mientras estaba en la
vecina villa de Corinto, el poeta fue mortalmente herido por unos ladrones. Mientras
yacía moribundo, vio a un numeroso grupo de grullas que volaban sobre su
cabeza, a las que invitó a vengar su muerte.
Los ladrones (que eran de
Corinto), después de su criminal acción se habían dirigido al teatro a ver una
representación. Allí aparecieron las grullas. Uno de los ladrones, en un gesto
de burla al ver las grullas, gritó: ¡Observad a los vengadores de Íbico!, y así
ellos mismos dieron la pista para su detención por el crimen cometido (Plutarco,
De Garrulitate, xiv.). La frase "las grullas de Íbico" se convirtió
así en un proverbio entre los griegos por el descubrimiento del crimen a través
de la intervención divina.
Según el Suda, Íbico escribió siete libros de
lírica, hasta cierto punto mítica y heroica, pero generalmente erótica (Cicerón,
Tusc. Disp. iv. 33), celebrando los encantos de los más jóvenes y las muchachas
hermosas. Fue célebre por el carácter pederasta de su literatura, algo que a
los antiguos griegos no les parecía mal: "IÍbico, que escogió el dulce
florecer de Persuasion y el amor de los chavales." (Antología griega,
IX,184). Se le considera el inventor o introductor del elogio (escribió el del
tirano Polícrates) y su poema Juegos para Pelia es de carácter épico-lírico. Pero
de esos siete libros solo ha subsistido un centenar de versos.
Los antiguos
griegos lo comparaban a Estesícoro en el tratamiento de los temas míticos (la
Guerra de Troya, la expedición de los Argonautas), pero lo poco que de él se ha
conservado, sin embargo, revela una sensible diferencia e independencia, prueba
de la diversidad de estilo del poeta. Algunas de sus fórmulas fueron retomadas
por el poeta latino Horacio. La balada del poeta romántico alemán Friedrich
Schiller Las grullas de Íbico celebra su famosa leyenda. F.G. Welcker sugiere
que sus obras eran cantadas por coros de muchachos en las competiciones de
belleza que se llevaban a cabo en la isla de Lesbos. Aunque su métrica y su
dialecto eran dóricos, los poemas tienen el espíritu de la poesía melódica
eólica.
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