Lucio Licinio Craso (latín Lucius Licinius L. F.
Crassus), apodado el Orador (140 a. C.-91 a. C.) fue un político romano que
ocupó el cargo de cónsul de la República Romana. Craso Orator fue, junto
a Marco Antonio Orator el mejor orador de su época, según Cicerón.
Nació en el año 140 a. C., fue educado por su padre
con el mayor cuidado, y recibió instrucción del célebre historiador y jurista Lucio
Celio Antípatro. A muy temprana edad comenzó a mostrar su capacidad de
oratoria. En 119 a. C., a la edad de 21 años acusó a Cayo Carbón, un
hombre que era odiado por el partido aristocrático al que Craso pertenecía.
Valerio
Máximo da un ejemplo de su conducta honorable en este caso. Cuando un
esclavo de Carbón presentó a Craso una caja llena de papeles de su maestro,
Craso la devolvió a Carbón con el sello intacto, junto con su esclavo
encadenado. Carbón escapó a la condena mediante suicidio.
En el año siguiente (118 a. C.) defendió la propuesta
de ley de establecer una nueva colonia en Narbo en la Galia. La medida era
rechazada por el Senado, que temía que producto de la asignación de tierras a
ciudadanos más pobres, el aerarium sufriría por la disminución de las rentas
del ager publicus, pero, en esta ocasión, Craso prefería la popularidad a su
adhesión a la aristocracia y gracias a su elocuencia consiguió su aprobación
siendo uno de los que fundó la colonia.
En 114 a. C., emprendió la defensa de una pariente,
la vestal Licínia, que era acusada de incesto junto con otras dos vestales más,
Marcia y Emilia, pero, aunque en un juicio anterior su cliente había sido
absuelta por Lucio Cecilio Metelo, Pontifex Maximus, y por todo el
colegio de los pontífices, la energía puesta en su defensa no pudo prevalecer
contra la severidad de L. Casio, que fue nombrado inquisidor por el pueblo con
el propósito de revisar la sentencia indulgente.
Después fue cuestor con Quinto Mucio Escévola con
el que ejerció otras magistraturas (todas con excepción de tribunado de la
plebe y la censura). En su cuestura viajó a través de Macedonia a Atenas a su
regreso de Asia, que parece haber sido su provincia. En Asia habría escuchado
las enseñanzas de Metrodoro de Escepsis, y en Atenas recibió clases de Carmades
y otros filósofos y retóricos, pero no permaneció mucho tiempo en esa ciudad,
debido a la negativa de los atenienses a repetir la solemnización de los
misterios, que acontecieron dos días antes de su llegada.
A su regreso a Roma defendió a sus amigos, entre
ellos a Sergio Orata acusado de apropiación de aguas públicas para sus
cultivos de ostras. En 107 a. C. fue tribuno de la plebe.
En el año 106 a. C. apoyó la lex Servília, promovida
por el cónsul Quinto Servilio Cepión que privaba a los caballeros del
nombramiento de jueces que estaba en manos del orden senatorial. En 122 a. C.,
por la lex Sempronia de Cayo Graco, la judicia fueron trasladados desde
el Senado a los equites. En 106 a. C. por la lex Servilia, estos privilegios
fueron restaurados para el Senado. La lex Servilia de Cepión tuvo una
existencia muy breve, pues cerca de 104 a. C., por la lex Servilia de C.
Servilio Glaucia, la judicia se traspasó de nuevo a los caballeros. El
discurso de Craso en favor de la lex Servilia de Cepión fue de notable poder y
elocuencia. Fue en este discurso, que atacó a Memmius que era un vigoroso
oponente de la rogativa de Cepión.
En 103 a. C. fue edil curul junto con Quinto Mucio
Escévola y celebró unos espléndidos juegos en los que se introdujo la lucha de
leones. Después fue pretor y augur.
Obtuvo el consulado en 95 a. C. Durante su consulado,
Craso Orator y su colega consular Quinto Mucio Escévola aprobaron una ley, (la
Lex Licinia Mucia de Civibus regundis) que obligaba a todos los ciudadanos que
se hubieran inscrito en el censo desarrollado por los censores Marco Antonio
Orator y Valerio Flaco sin poder demostrar esa ciudadanía (ese censo
fue burdamente manipulado por los itálicos) a abandonar sus ciudades, además
algunos serían azotados o se les confiscarían las propiedades. Cuando la ley se
aprobó estalló la guerra social.
Durante aquel año defendió a Quinto Servilio Cepión
acusado de traición (majestas) por el tribuno Cayo Norbano, pero Cepión
fue condenado.
Se apresuró en llegar a su provincia, la Galia
Cisalpina, y explorar los Alpes en busca de enemigos, pero no encontró ninguna
oposición y se limitó a someter a algunas pequeñas tribus. Por este éxito
insignificante solicitó los honores de un triunfo, y tal vez su demanda hubiera
sido concedida por el senado, si no es porque su colega Escévola se opuso a
concederle tal honor. Con excepción de este hecho, su conducta en la
administración de su provincia fue irreprochable.
Participó en una de las causas privadas más célebres
en los anales de la jurisprudencia romana como fue el pleito de herencia entre Marco
Curio y Marco Coponio (93 a. C.) defendidos por Craso y por Quinto Escévola
respectivamente y en el que Craso triunfó brillantemente.
En 92 a. C. fue elegido censor junto con Cneo
Domicio Ahenobarbo y prohibió las escuelas de los llamados retóricos
latinos.
Aunque los dos censores estuvieron de acuerdo en esta
medida, el resto del período en el cargo lo pasaron en disputas y discordias,
al ser ambos de caracteres y costumbres muy diferentes. Craso era aficionado a
la elegancia y el lujo. Él tenía una casa en el Palatino, que, a pesar de que
no superaba en magnificencia a la mansión de Q. Catulo en la misma
colina, era notable por su tamaño, su mobiliario, y la belleza de sus adornos.
Ahenobarbo, su colega, se horrorizaba ante este tipo de corrupción de las
costumbres.
Poco antes de su muerte, habló a favor de Cneo
Planco defendiéndolo de la acusación de Marco Junio Bruto. La
réplica exitosa de Craso fue registrada por Cicerón y Quintiliano.
Su último discurso fue pronunciado en el senado en el
año 91 a. C., contra Lucio Marcio Filipo, cónsul enemigo de los
optimates. La vehemencia apasionada que puso en este hecho destrozó su salud y
provocó una fiebre. Al cabo de siete días murió en su hogar.
Craso Orator se casó con Mucia Escévola, hija menor
del cónsul Quinto Mucio Escévola Augur con su esposa Lelia, hija del cónsul Cayo
Lelio Sapiens, cónsul en el 141 a. C. Craso Orator tuvo dos hijas con
Mucia.
Licinia Crasa Maior, casada con el pretor Publio
Cornelio Escipión Nasia, descendiente de Publio Cornelio Escipión el
Africano y Publio Cornelio Escipión Nasica Corculum. De este matrimonio
nació Quinto Cecilio Metelo Pío Escipión Nasica Corneliano. Licinia
Crasa Minor, casada con el cónsul Quinto Cecilio Metelo Pío, Pontifex
Maximus y amigo íntimo de Lucio Cornelio Sila Félix. Metelo Pío era hijo
de Quinto Cecilio Metelo el Numídico.
Según Plutarco y Cicerón, una de las Licinias estuvo
brevemente casada con Cayo Mario el joven. La esposa de Craso y sus hijas eran
conocidas en Roma por la pureza de su latín.
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