En
tiempos antiguos, en la época de los reyes de Roma y en los albores de la
República, era el soldado a caballo el que constituía la élite militar y la
punta de lanza del ejército. En él tenía su origen la clase de los caballeros,
el ordo equester, como lo había denominado Cayo Graco. Los caballos eran
terriblemente caros, demasiado para que muchos particulares pudiesen
adquirirlos, y de ello había nacido la costumbre del caballo público, la
montura de los caballeros pagada por el Estado.
A
finales de la República Romana, a
sustancial distancia de aquellos tiempos pretéritos, el soldado romano de
caballería había dejado de existir fuera del concepto social y económico. El
caballero -fuese comerciante o terrateniente, miembro de la primera clase de
las centurias- era una reliquia de la antigua caballería militar romana, pero
entonces el Estado aún continuaba comprando los mil ochocientos caballos de los
descendientes de aquellos antiguos caballeros.
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