Sólo a ti te resultamos
ridículos. Mira a tu maestro de escuela, un anciano. A él le somos gratos. Tú
eres un niño recién apartado del pecho de tu madre, apenas capaz de decir «mu»
o «ma», una vasija de arcilla, una correa de cuero empapada, más blando aún, no
eres mejor que eso. ¿Crees que eres mejor?. Entonces toma dos desayunos, come
dos veces al día. Yo prefiero mi buen nombre al oro. Y debo añadir, ¿quién me
ha tenido que pedir algo más de una vez?. Estuve sometido cuarenta años.
Durante todo ese tiempo nadie supo si era esclavo o libre. Cuando llegué a esta
ciudad era un chico con el pelo largo —en aquel entonces ni siquiera habían
construido el ayuntamiento—. Pero realmente trabajé para satisfacer a mi amo,
un hombre muy respetado y de gran dignidad, cuyo dedo meñique valía más que
todo tu ser. Hubo, por supuesto, en la casa, quienes una y otra vez trataron de
ponerme la zancadilla. Sin embargo —¡gracias al amo!— vencí. Éstos son
auténticos logros, pues nacer libre hace que la vida sea tan fácil como chasquear
los dedos.
(Petronio en
"Satiricón" )
No hay comentarios:
Publicar un comentario