Temen
a sus compañeros, a los conductores y a los informadores [silentiarii que
informan a los amos y mantienen el orden entre los propios esclavos] que hay
entre ellos para imponer su sumisión, así como a los capataces encargados de
controlarlos. En realidad, los esclavos son tan esclavos de éstos como de sus
auténticos amos: cualquiera de ellos puede azotarlos o matarlos, cualquiera
puede avasallarlos. ¿Qué más se puede decir?. Muchos esclavos se refugian a los
pies de sus amos, de tanto como temen a sus compañeros. Por ello no debemos
culpar a los esclavos que huyen de esa situación; más bien hemos de fijarnos en
aquéllos cuyo trato les obliga a convertirse en fugitivos.
(Salviano
de Marsella en "Sobre el gobierno de Dios" )
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