Jamás
cuidó de su pudor ni del ajeno; y créese que amó con amor infame a Marco
Lépido, al payaso Mnester y a algunos rehenes. Valerio Cátulo, hijo de un
consular, llegaba a gritar que lo había prostituido y que estaba extenuado por
ello. Sin hablar de sus incestos con sus hermanas, ni de su conocida pasión por
la cortesana Piralis, no respetó a ninguna mujer distinguida. Lo más frecuente
era que las invitase a comer con sus esposos, hacíalas pasar y repasar delante
de él, las examinaba con la minuciosa atención de un mercader de esclavas, y si
alguna bajaba la cabeza por pudor, se la levantaba con la mano. Enseguida
llevaba a la que le agradaba más a una habitación inmediata, y volviendo
después a la sala del festín, con las recientes señales del deleite, elogiaba o
criticaba en alta voz lo que había encontrado agradable o defectuoso en la
persona de cada una y en sus relaciones con él.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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