miércoles, 1 de julio de 2015

DISCURSO DEL DICTADOR CAYO JULIO CÉSAR ANTE EL SENADO, PROPUGNANDO NUEVAS LEYES PARA FAVORECER A LA PLEBE:


Me veo obligado a llamar vuestra atención sobre una cuestión desagradable. Marco Antonio ha atentado contra mi vida. Se le vio intentando entrar en la Domus Publica a una hora en la que se sabe que duermo y que no hay nadie en el interior. No vestía indumentaria normal, sólo una túnica y llevaba un cuchillo. Tampoco era normal el camino de entrada: la tapia de mi peristilo privado.


Menciono este asunto sin intención de tomar medidas. Simplemente os llamo la atención al respecto y me tomo la libertad de informar a todos de que no vivo tan desprotegido como puede parecer. Así pues, aquellos de vosotros que no aprobáis mi dictadura, mis métodos, mejor será que lo penséis dos veces antes de decidir que queréis librar a Roma del tirano César. Os digo con franqueza que mi vida ha sido ya suficientemente larga, tanto en años como en fama. Sin embargo, aún no estoy tan cansado de ella como para no impedir que se le dé fin mediante un asesinato. Eliminadme, y os aseguro que Roma padecerá males peores que el dictador César. La actual situación de Roma es casi la misma que cuando Lucio Cornelio Sila asumió la dictadura; necesita una mano fuerte, y en mí tiene esa mano. Una vez que haya elaborado y aplicado mis leyes y me haya cerciorado de que Roma sobrevivirá para llegar a ser aún más grande, renunciaré a la dictadura. No obstante, no lo haré hasta que mi labor esté concluida, y puede llevarme muchos años. Así que quedáis advertidos, y no pidáis más que «devuelva la república» a su anterior esplendor. ¿Qué esplendor?.Repito: ¿Qué esplendor? Un grupúsculo de hombres rebeldes, obstinados y presuntuosos que defendían celosamente sus privilegios. El privilegio de ir a gobernar una provincia y saquearla. El privilegio de ofrecer a sus socios la oportunidad de ir a una provincia y saquearla. El privilegio de tener una ley para unos y otra ley para otros. El privilegio de destinar incompetentes a los cargos públicos por el mero hecho de que tienen un gran apellido. El privilegio de votar para impedir la aprobación de leyes que son absolutamente necesarias. El privilegio de mantener el mos maiorum en una forma apta sólo para una pequeña ciudad-estado, pero no para un imperio mundial.


Si creéis que toda la riqueza y los privilegios de Roma deben pertenecer a las Dieciocho de las que provenís, senadores, os pondré en vuestros sitios. Me propongo reestructurar nuestra sociedad para distribuir la riqueza de manera más equitativa. Promulgaré leyes para fomentar el desarrollo de las clases tercera y cuarta, y mejoraré la situación del censo por cabezas alentándolos a emigrar a lugares donde pueden ascender a clases superiores. Después, introduciré una investigación de los recursos de quienes se benefician de la distribución del grano gratuito, para que los hombres que pueden permitirse pagar por el grano dejen de obtenerlo sin coste alguno. En la actualidad trescientas mil personas reciben el subsidio de grano gratuito. Reduciré esa cifra a la mitad de la noche a la mañana. También prohibiré que un hombre libere a sus esclavos a fin de beneficiarse del subsidio de grano. ¿Cómo voy a hacerlo? Creando un nuevo tipo de censo en noviembre. Mis agentes del censo irán de puerta en puerta por toda Roma, Italia y las provincias. Recogerán abundante información sobre la vivienda, los alquileres, la higiene, los ingresos, la población, los niveles de alfabetización, la delincuencia, los incendios, y el número de hijos, ancianos y esclavos de cada familia. Mis agentes preguntarán también a los miembros del censo por cabezas si desean emigrar al extranjero para establecerse en las colonias que yo fundaré. Dado que Roma cuenta ahora con un gran excedente de barcos de transporte de tropas, los utilizaré.


Los que intentéis oponeros en la investigación de los recursos, sabed que la ley entrará en vigor de todos modos. ¡No admitiré que se me contradiga! Y os aconsejo que no os opongáis; se acabaron los privilegios de unos pocos. La medida es justa. ¿Por qué habría de pagar Roma a hombres adinerados, que pueden comprar el grano?. Eso no es justo: el que pueda pagar, se lo tiene que pagar, el que no dispone de suficientes recursos, tiene derecho al subsidio de grano gratuito. ¿Os queda claro?

 

Además aparecerán innumerables leyes agrarias , pero no hay necesidad de violencia, así que no os pongáis furiosos. Todas las tierras que se adquieran en Italia y en la Galia Cisalpina para el retiro de los legionarios se pagarán por adelantado y según su valor real, pero la mayor parte de la legislación agraria afectará a tierras extranjeras en las Hispanias, las Galias, Grecia, Epiro, Ilirico, Macedonia, Vitinia, Ponto, África Nova, los territorios de Publio Sitio y las Mauritanas. Al tiempo que algunos de los miembros del censo por cabezas y algunos de nuestros legionarios vayan a establecerse a estas colonias, concederé la plena ciudadanía a los habitantes de las provincias que la merezcan: médicos, maestros, artesanos y comerciantes. Si residen en Roma, pasarán a formar parte de las cuatro tribus urbanas, pero si residen en Italia, se integrarán en la tribu rural de su distrito.


También tengo previsto hacer algo con los tribunales. Me explico:  el tribunus aerarius desaparecerá de la lista del jurado .El Senado aumentará su número hasta los mil miembros. Éstos, junto con los caballeros de las Dieciocho, proporcionarán jurados más que suficientes para los tribunales. El número de pretores pasará a ser de catorce por año, a fin de acelerar las vistas en los tribunales más ocupados. Cuando mi legislación esté aplicada, apenas será necesario el Tribunal de Extorsión, porque los gobernadores y grandes comerciantes de las provincias estarán demasiado controlados para poder ejercer la extorsión. Las elecciones se regularán mejor, así que el Tribunal de Sobornos también se anulará. En tanto que los delitos ordinarios como el asesinato, el robo, la violencia, la malversación de fondos y la bancarrota requieren más juzgados y más tiempo. También tengo intención de aumentar las penas por asesinato, pero no de un modo que altere el mos maiorum. No se introducirán la pena de muerte ni la pena de prisión por un delito, pues son conceptos ajenos al pensamiento y a la cultura romanos. En cambio, aumentaré el tiempo de exilio e impediré que un hombre condenado al exilio se lleve consigo su dinero.


Recuerdo que afuera el senador Piso me preguntó si mi objetivo era la república ideal de Platón. Pues desde aquí le respondo: en absoluto. Mi objetivo es una república romana justa y práctica. Consideremos la violencia, por ejemplo. Quienes desean organizar bandas callejeras encontrarán mayores dificultades, porque voy a abolir todos los círculos y hermandades excepto aquellos de intención inocua como las sinagogas judías y los gremios profesionales... y los círculos funerarios, naturalmente. Determinados colegios y otros lugares donde se reúnen regularmente los alborotadores desaparecerán. Cuando los hombres tengan que comprar su propio vino, beberán menos.


Me he enterado por ahí de rumores que dicen que yo planeo dividir los latifundios. Pues no es así.  Los latifundios no se dividirán a menos que el Estado los haya comprado para repartir las tierras entre los soldados. Ahora bien, en el futuro no se permitirá a ningún latifundista explotar sus tierras sólo con esclavos. Un tercio de sus trabajadores deberán ser hombres libres de la región. Esto favorecerá a los pobres sin empleo de las zonas rurales y también a los mercaderes locales.


Sé que todos vosotros sois dueños de grandes latifundios, y que tenéis todo el derecho a administrar vuestros negocios y empresas de la forma que os parezca la mejor. Pero no es justo comprar esclavos baratos y no pagarles algo que les incentive y motive. Como tampoco podemos dejar sin trabajo a los ciudadanos romanos pobres de las zonas rurales, dejándoles sin un sueldo ganado por ellos mismos. Sé que algunos no lo vais a entender, y lo lamento. En realidad la paz social sólo es posible cuando todo el mundo tiene sus necesidades mínimas cubiertas, y eso es lo primero que debemos procurar, por el bien de todos y la convivencia entre todos. Considero que todo el mundo debería pagar un sueldo a sus esclavos para poder motivarles y animarlos a trabajar mejor, ¿no lo comprendéis?. ¿No os dais cuenta de que si no contratáis hombres libres, tienes que comprar vuestros esclavos?. ¿Y luego tienes que construir una ergastula para albergarlos, comprar comida para alimentarlos y utilizar el doble de trabajadores para supervisar a esos hombres remisos? Si os te diera bien la aritmética o tuvierais agentes capaces de sumar dos y dos, no tardaríais en caer en la cuenta de que sale más barato dar empleo a hombres libres. Os ahorras el desembolso inicial, y no necesitáis proporcionarles albergue ni alimentarlos. Vuelven cada noche a su propia casa y comen el fruto de sus propios huertos porque tienen esposa e hijos que los cultivan. No pretendo ni expropiar ni dividir latifundio alguno, pero si pretendo una legislación que facilite el empleo a los pobres de las zonas rurales, y por eso con la nueva ley cada uno tendrá entre sus trabajadores un tercio de hombres libres contratados, aparte de los propios esclavos que dispongan.


Por otra parte, también voy a legislar nuevas leyes suntuarias. Los lujos tendrán una severa carga impositiva, y si bien no prohibiré la construcción de tumbas caras, el hombre que edifique una tendrá que pagar al erario de Roma la misma cantidad de dinero que pague al constructor de la sepultura. También me propongo ajustar el calendario a las estaciones, y que por tanto el presente año tendría 455 días: mercedonius habrá terminado, pero del periodo de 67 días llamado intercalaris se añadirá también tras el último día de diciembre. El día de Año Nuevo, cuando por fin llege, caerá exactamente donde le corresponde: transcurrido un tercio del invierno.


Esto es todo por hoy y para la próxima semana esperaré vuestras propuestas, réplicas o y todo lo que queráis discutir, de lo cual antes os ruego que se lo comuniquéis al príncipe del Senado para que elabore un orden del día ajustado. Gracias. Ya se puede disolver la reunión.




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