sábado, 18 de julio de 2015

EL DESGASTE FÍSICO-EMOCIONAL DE LUCIO CORNELIO SILA


Era viejo y estaba enfermo; durante cincuenta y ocho años había batallado con una concatenación de circunstancias y acontecimientos adversos que constantemente le habían privado del placer de la justicia y la recompensa, de su justo papel en la historia de Roma, al que tenía derecho por nacimiento y capacidad. No había tenido otra elección ni ninguna oportunidad para continuar su ascenso legal en el cursus honorum honorablemente. En todas las etapas había habido alguien o algo que le entorpecía el camino, imposibilitando la vía recta y legal. Pues allí estaba, cabalgando en la dirección indebida por el circo Máximo. Un despojo de cincuenta y ocho años, sintiendo en sus entrañas el ardor del triunfo y del fracaso. Amo de Roma. El primer hombre de Roma. Se había vengado. Pero la desilusión de la edad, su físico estragado y la muerte inexorable, convertían su júbilo en amarga tristeza, destruyendo el placer y exacerbando su dolor. Qué tarde, qué amarga, qué tuerta era su victoria...


No pensaba en la Roma que tenía a sus pies con amor e idealismo; el precio había sido demasiado alto. Ni se sentía con ánimos para la tarea que sabía ineludible. Lo que más deseaba era paz, tiempo libre, materializar mil fantasías sexuales, embriagarse sin freno y olvidarse de toda responsabilidad. ¿Por qué no podía desear todo aquello? Por culpa de Roma, por culpa del deber, porque no podía aceptar la idea de abandonar la tarea con tanto como quedaba por hacer. La única razón por la que cabalgaba en dirección contraria por la pista del circo Máximo vacío era por estar convencido de que había una tarea ingente que hacer. Y la tenía que hacer él porque no había nadie capaz.


( C. McC. )



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