martes, 21 de julio de 2015

LA LEGIÓN ROMANA TOMA UNA CIUDAD (DISPAROS Y ARTILLERÍA)


DISPAROS Y ARTILLERÍA


Si la guerra psicológica no es suficiente, la artillería entra en acción. Cada legión cuenta con una selección de ballistae y catapultas. 



Algunas, como el escorpión, son arcos gigantes, mientras que otras están diseñadas para lanzar piedras de distintas tallas, desde el tamaño de una cereza al de un melón, o incluso mayores. Hay dos tipos de pieza de artillería: de contrapeso y de torsión.


 Las de contrapeso, como su propio nombre indica, requieren de la caída de un enorme peso situado a un lado de un travesaño para impulsar el extremo menos pesado y lanzar el proyectil alojado en este hacia las alturas. Las de torsión emplean las dos sustancias mas elásticas conocidas por el genero humano: los tendones de animales y el pelo de mujer.



 Estos se trenzan para formar gruesas cuerdas que le dan al arco una tensión extra. Dependiendo de su diseño, estos arcos pueden disparar flechas incendiarias (una a una o varias docenas a la vez) o piedras. 



Los artilleros se habrán puesto a la tarea en el mismo momento de iniciarse el asedio, por lo que al lado de las catapultas habrá pilas de piedras redondeadas, cuidadosamente trabajadas para que tengan el tamaño y el peso apropiado.

 

PROPÓSITO.- La artillería tiene el objetivo general de desmoralizar a los sitiados, y el especifico de despejar las murallas de enemigos antes de iniciarse el asalto. Es posible que la artillería pesada se concentre en destruir las almenas y parapetos, para que el enemigo se vea obligado a defender un muro desnudo. 


La artillería mas ligera es antipersonal, y causa una considerable impresión entre aquellos que la experimentan por vez primera. (Y como consecuencia de lo que ocurre tras un asalto llevado a cabo con éxito, por lo general nunca hay una segunda vez.).



 Josefo, el defensor de la ciudad judía de Jotapa, recuerda como un misil bien tirado le arranco a un hombre la cabeza de cuajo, y se la llevo prendida hasta el otro lado de la ciudad.


 Finalmente, la potencia de la artillería romana obligo a los defensores a abandonar completamente los muros de Jotapa.

 

PRIMERA CONTRAMEDIDA: la salida Para resultar efectiva, la artilleria ha de estar situada a menos de 200 metros de los muros. Lo que mas temen los artilleros es la posibilidad de una salida. 



Puede llegar un momento en que los defensores esten al limite de sus fuerzas e intenten hacer una salida armados con recipientes llenos de pez hervida y, literalmente, ardiendo en deseos de echarles el guante a sus torturadores. 



Las salidas pueden organizarse en un momento, por lo que basta con que la vigilancia se relaje un instante para que la perfectamente afinada maquinaria de asedio sea reducida a cenizas.
 

SEGUNDA CONTRAMEDIDA: LA HONDA. Por supuesto, los defensores trataran de devolver los tiros desde el otro lado de las murallas. Los honderos, bastante vulnerables en una batalla campal, encuentran su habitat natural durante un asedio. Sus proyectiles de plomo en forma de huevo pueden causar un daño considerable, aunque el blanco lleve puesta la armadura, y si impactan sobre carne desprotegida esta se cierra sobre el proyectil, haciendo que su extracción resulte horriblemente sangrienta.



 Los honderos lo saben, y frecuentemente escriben sobre el proyectil que parte del cuerpo pretenden destrozar con sus disparos. En una ocasión, dos honderos infiltrados en una ciudad sitiada descubrieron que la mejor forma de enviar mensajes a sus aliados romanos en el exterior era escribiéndolos sobre los proyectiles y lanzándolos a la vista de todo el mundo. Este es uno de los pocos casos en los que verdaderamente podemos hablar de fuego amigo.
 


TERCERA CONTRAMEDIDA: fuego Por su parte, el fuego enemigo es, bueno, fuego. Desde las murallas se dispararan flechas incendiarias (flechas con tiras de tela empapada en pez ardiendo prendidas a la punta) para tratar de reducir las armas de asedio a cenizas; además, aunque el objetivo de estas flechas sea la maquinaria de asedio, si te dan a ti, estas muerto.



 Los sitiadores, a su vez, responderán lanzando vasijas llenas de material incendiario sobre las murallas, para quemar la ciudad. Los defensores extenderán grandes velas de tela mojada para intentar atrapar y repeler las bolas de fuego que pasan sobre las murallas, y los sitiadores cubrirán los vulnerables ingenios de asedio con pieles húmedas para evitar que ardan.



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