No
tengo intención de dar demasiadas explicaciones sobre el fatal destino de los
nervios porque todos vosotros estáis al corriente de lo que ocurrió. ¿Por qué
luchar contra lo inevitable? ¡Preguntaos a vosotros mismos quién es el
auténtico enemigo! ¿Es Roma o son los germanos? La presencia de Roma en la
Galia Comata debe servir para vuestro bien último. La presencia de Roma
asegurará que podáis conservar vuestras costumbres y tradiciones galas. La
presencia de Roma mantendrá a los germanos en la orilla del Rin que les
corresponde. ¡Yo, Cayo Julio César, os he garantizado siempre que combatiría
con los germanos en favor vuestro en todos los tratados que he hecho con
vosotros! Porque vosotros no podéis mantener a raya a los germanos sin la ayuda
de Roma. Y si dudáis de eso, preguntad a los delegados de los secuanos.
El
rey Ariovisto de los suevos los convenció para que le dejaran asentarse en un
tercio de sus tierras. Como querían la paz, los suevos decidieron que dar su
consentimiento era un gesto de amistad. ¡Pero si a los germanos les dais la
punta del dedo, ellos acabarán por cogeros no sólo el brazo entero, sino todo
vuestro país! ¿Acaso los carducos creen que su sino no será el mismo porque
ellos limitan con los aquitanos al sudoeste? ¡Pues lo será! ¡Fijaos bien en lo
que os digo, lo será! ¡A menos que todos vosotros aceptéis y deis la bienvenida
a la presencia de Roma, lo será!
¿La
diferencia de que la Galia esté bajo la órbita de Roma entre nosotros los
romanos y los germanos? ¡Pero si hay enormes diferencias! El hecho de que yo
esté ahora aquí de pie hablando en vuestra lengua es una de ellas. Cuando vine
a la Galia Comata yo hablaba eduo, arverno y voconciano. Desde entonces me he
tomado la molestia de aprender el idioma de los druidas, el atrebate y algunos
otros dialectos. Sí, tengo buen oído para los idiomas, eso es cierto. Pero soy
romano, y entiendo que si los hombres pueden comunicarse entre si directamente
se evitan el riesgo de que los intérpretes puedan distorsionar lo que se dice.
Y sin embargo no le he pedido a ninguno de vosotros que aprenda a hablar latín.
Mientras que los germanos os obligarían a hablar sus lenguas, y con el tiempo
todos acabaríais por perder las vuestras propias.
Tenéis
que confiar en nosotros los romanos y no en los germanos, porque nosotros somos
civilizados, mientras que los pueblos allende del Rhin son bárbaros. Vosotros
los galos debéis acostumbraros y resignaros a alguna presencia extranjera. El
mundo se está haciendo cada vez más pequeño. Ha estado haciéndose pequeño desde
que los griegos y los pueblos púnicos se esparcieron por toda la orilla de ese
mar que ahora Roma llama Mare Nostrum. Luego entró Roma en escena. Los griegos
nunca estuvieron unidos como una nación. Grecia estaba formada por muchas
naciones pequeñas y, como vosotros, se dedicaron a luchar unos con otros hasta
que agotaron al país. En un tiempo Roma también fue una ciudad estado, pero
poco a poco reunió a toda Italia bajo su dominio como una sola nación. Roma es
Italia.
Pero la dominación de Roma en Italia no depende de la solitaria figura
de un rey. Toda Italia vota para elegir a los magistrados de Roma. Toda Italia
participa en Roma. Toda Italia proporciona los soldados de Roma. Porque Roma es
Italia. Y Roma crece. Toda la Galia Cisalpina al sur del río Po es ahora parte
de Italia, elige a los magistrados de Roma. Y pronto toda la Galia Cisalpina al
norte del río Po será romana también, porque yo he hecho esa promesa. Yo creo en
la unidad. Yo creo que la unidad es la fuerza. Y querría darle a la Galia
Comata la unidad de una verdadera nación. Ése sería el regalo de Roma. Los
germanos no aportan regalos dignos de ser aceptados. Si la Galia Comata
perteneciera a los germanos, iría hacia atrás. Ellos no tienen sistemas de
gobierno, ni sistemas de comercio, ni sistemas que permitan a un pueblo
apoyarse en un único gobierno central.
Pensad
en la condición del mundo que se está empequeñeciendo. Considerad el lugar que
la Galia Comata tendrá en ese mundo que se hace pequeño si se adhiere a Roma en
lugar de aliarse con los germanos o enzarzarse en disensiones internas entre
sus pueblos. Yo no quiero pelear contra vosotros, que no es lo mismo que no
estar dispuesto a luchar. Después de cinco años en que Roma ha estado encarnada
en la persona de Cayo Julio César, eso vosotros, nobles galos, lo sabéis. Roma
unifica. Roma trae consigo su ciudadanía. Roma trae mejoras en la vida local.
Roma trae paz y abundancia. Roma trae oportunidades para los negocios, un
sistema de comercio, nuevas ocasiones para que las industrias locales vendan
sus productos por todos los lugares del mundo donde llega Roma. Por ejemplo,
los arvernos hacéis la mejor cerámica de la Galia Comata. Como parte del mundo
de Roma, vuestras cerámicas irían mucho más allá de Britania. Con las legiones
de Roma vigilando las fronteras de la Galia Comata, los arvernos podrían
expandir sus negocios y aumentar sus riquezas sin temor a las invasiones, al
pillaje... y a la violación.
¿Qué
les pasó a los atuatucos? ¿Y a los eburones? ¿Y a los morimos? ¿Y a los
nervios? ¡Pillaje! ¡Esclavitud! ¡Violación!. Todos esos pueblos tuvieron su
oportunidad pero quebrantaron sus tratados con Roma, y con ello prefirieron la
guerra a la sumisión. La sumisión les hubiera costado poco. Un tributo, a
cambio de una paz garantizada. A cambio de no tener ningún ataque más de los
germanos. A cambio de un estilo de vida más fácil, más fructífero. ¡Seguirían
adorando a sus propios dioses, seguirían poseyendo sus tierras, seguirían
siendo hombres libres, seguirían viviendo, pero bajo dominación de Roma, que
ése es el precio que hay que pagar, nobles galos. La mano ligera de los romanos
sobre las riendas de la Galia, o la mano dura de los germanos. Ésa es la elección.
El aislamiento se acabó. La Galia Comata ha entrado a formar parte del Mare
Nostrum. Todos vosotros tenéis que comprender eso. Las cosas no pueden volver
atrás. Roma está aquí. Y Roma se quedará. Porque Roma también debe mantener a
los germanos al otro lado del Rin. Hace más de cincuenta años la Galia Comata
fue dividida de punta a punta por tres cuartos de millón de germanos. Lo único
que vosotros pudisteis hacer fue sufrir su presencia. Tuvo que ser Roma en la
persona de Cayo Mario quien os salvó entonces. Y es Roma, en la persona del
sobrino de Cayo Mario, que soy yo mismo, quien os salvará ahora. ¡Aceptad la
presencia continuada de Roma, os lo suplico con la mayor seriedad! Si aceptáis
a Roma, en realidad pocas cosas cambiarán. Preguntad a cualquiera de las tribus
galas de nuestra Provenza: los volcos, los voconcios, los helvios, los
alóbroges. No son menos galos por ser romanos. Viven en paz, prosperan
enormemente.
No
penséis en rebelaros contra Roma, como propone el príncipe Vercintegórix. ¿Cómo
es posible que algunos de vosotros tengáis esperanzas de ganar si os rebeláis,
nobles galos?. ¡Vosotros sólo sois un puñado, nada más! ¡Roma es un farol
gigantesco! ¡Los pueblos con los que os habéis topado hasta ahora han sido
pueblos mansos, estúpidos, cobardes! ¡Hay más guerreros en la Galia Comata que
en toda Italia y toda la Galia Cisalpina juntas! ¡Cuatro millones de celtas,
dos millones de belgas!. Los romanos somos menos que vosotros, unos tres
millones.Pero los números no tienen importancia porque Roma posee tres cosas
que ni los celtas ni los belgas poseen: organización, tecnología y la capacidad
de utilizar sus recursos con completa eficacia.
Sed
sensatos y no penséis en rebelaros contra Roma, nobles galos. Sabed que he
pedido refuerzos. Cuatro legiones más. Eso hace un total de veinticuatro mil
hombres. Los tendré en el campo y listos para luchar cuatro meses después del
comienzo del proceso de alistamiento. Todos llevarán camisas de cota de malla,
tendrán dagas y espadas soberbias colgando de sus cintos, cascos en la cabeza y
pila en las manos. Conocerán las maniobras y las rutinas tan bien que
podrían realizarlas dormidos. Tendrán artillería. Sabrán construir maquinaria
de asedio, sabrán fortificar. Serán capaces de marchar un mínimo de cincuenta
kilómetros al día durante días y días. Los mandarán centuriones brillantes.
Vendrán deseando odiaros a vosotros y a todos los demás galos... y si los
empujáis a la lucha, os odiarán.
No
intentéis rebelaros contra Roma, nobles galos, porque pronto tendré una quinta,
una sexta, una séptima, una octava, una novena, una décima, una undécima,
una duodécima, una decimotercera, una decimocuarta, y una decimoquinta
legiones. Un ejército romano muy poderoso repartido por toda la Galia Comata.
¡Cincuenta y cuatro mil soldados de a pie! ¡Y a eso añádele cuatro mil soldados
de caballería de los eduos y de los remos!
Desde
luego que ya os he dicho el potencial de mi ejército, pero no te creáis que soy
tan tonto, teniendo vosotros cinco veces más guerreros que yo. Sencillamente ha
sido una advertencia. Os pido que seáis sensatos y prudentes. ¡No podéis ganar!
¿Para qué intentarlo? ¿Para qué matar a la flor y nata de vuestros hombres en
una causa perdida? ¿Para qué dejar a vuestras mujeres desamparadas y vuestras
tierras tan vacías que me veré obligado a instalar en ellas a mis veteranos
romanos para que se casen con vuestras mujeres y engendren hijos romanos?
¡Este
año será de total desgaste si os rebeláis y os atrevéis a ponerme a prueba, os
lo digo muy seriamente! ¡Opóneos a mí en el campo de batalla y caeréis y
seguiréis hundiéndoos! ¡A mi no se me puede derrotar! ¡A Roma no se la puede
derrotar! ¡Nuestros recursos en Italia, y la eficacia con la que podemos
disponer de ellos, son tan enormes que puedo reponer cualquier pérdida que
pueda sufrir en un abrir y cerrar de ojos! ¡Si así lo deseo, puedo multiplicar
por dos esos cincuenta y cuatro mil hombres en poco tiempo! ¡Y equiparlos por
completo! ¡Estáis advertidos, hacedme caso! ¡Os he puesto al corriente de todo
esto no para que os sirva hoy, sino para el futuro! ¡La organización romana, la
tecnología romana y los recursos romanos por si solos serán suficientes para
veros caer! ¡Y no pongáis vuestras esperanzas en el día en que Roma envíe a un
gobernador menos competente a la Galia Comata! ¡Porque para cuando llegue ese
día, los que os rebéleis contra mí ya no existiréis! ¡César os habrá reducido a
minas a los rebeldes y a todos sus cómplices!. Os lo he dejado todo lo
suficiente claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario