miércoles, 25 de julio de 2018

CUESTOR


 

Un cuestor (del latín QVÆSTOR 'indagador') es un tipo de magistrado de la antigua Roma. Los primeros cuestores fueron jueces encargados de los casos de asesinato y de insurrección o alta traición. Con el tiempo su denominación más común fue Decumviri Perduillionis et parricidii. Eran nombrados para cada caso y no constituían una magistratura permanente.

 

A fines del siglo III a. C., los decumviri o cuestores perdieron sus atribuciones judiciales, que pasaron a los triunviri nocturni.

 

Simultáneamente a estos cuestores judiciales existieron los cuestores administrativos, en los cuales delegaba el rey la administración de los fondos públicos. Con la República (420 a.C.), sus funciones pasaron a los cónsules que las delegaron en: dos cuestores civiles (para el Tesoro público); y dos cuestores militares (para las arcas del Ejército). Es en ese momento en el que los plebeyos logran el acceso a la Cuestura, hasta entonces reservada a los patricios. Su número seguiría incrementándose hasta llegar a 40 en época de César.​ Más tarde su nombramiento pasó a los comicios tribunados.

 

Estos cuatro cuestores eran patricios hasta que el 345 ab urbe condita (309 a.C), los plebeyos pudieron ocupar tres de las cuatro plazas.

 

También existieron cuatro cuestores de la Marina, encargados de la administración de las cuatro bases navales romanas.

 

Finalmente se establecieron, junto a los cuestores existentes, los cuestores itálicos, con competencias para coordinar los censos de la parte de Italia sometida a Roma.

 

Los jóvenes patricios cuando llegaban alrededor de los treinta años, ya ansiaban el cargo de cuestor, cosa que acarreaba, entre otros beneficios, la elevación automática al Senado y ofrecía a un hombre emprendedor muchas oportunidades de rellenar la bolsa de dinero. Si se le nombraba cuestor y se le destinaba a una provincia, era el encargado de llevar las finanzas del gobernador, normalmente sin que nadie lo supervisara; podía manipular los libros, vender exenciones de impuestos, ajustar contratos.

 

 También era posible, si era uno de los tres cuestores que se quedaba en Roma, aprovecharse del nombramiento para llevar las finanzas del Tesoro; podía alterar (por un precio) los registros para borrar alguna deuda, o asegurarse de que alguien recibiera cantidades del Tesoro a las que no tuviera derecho. Por ello cualquier patricio con poco dinero, siempre estaba ansioso por asumir su cargo de cuestor e iniciar ya su carrera política.


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