Lucio Calpurnio Bestia (en latín, Lucius Calpurnius
Bestia) fue un político y militar de la República de Roma del siglo II a. C.
Fue nombrado tribuno de la plebe en el año 121 a. C.
y consiguió el levantamiento del destierro de Publio Popilio Laenas que
se había decretado bajo presión de Cayo Graco en 123 a. C.1
Este hecho lo hizo popular entre el partido
aristocrático; merced a su ayuda en el año 111 a. C. fue elegido cónsul con Publio
Cornelio Escipión Nasica Serapión de colega. Fue enviado a África para
dirigir la campaña contra Yugurta, rey de Numidia. Al principio se
empleó con energía, pero después fue sobornado y concluyó una paz deshonrosa
sin consultar con el Senado. Tras esto, volvió a Roma para dirigir los comicios.
Su conducta levantó mucha indignación en Roma; bajo
presión popular se abrió una investigación sobre el asunto. Un proyecto de ley
en este sentido fue presentado por Cayo Mamilio Limetano; se nombraron
tres jueces (en latín, quaestiores), uno de los cuales fue Marco Emilio
Escauro a pesar de haber sido su legado en la campaña (y, por tanto,
igualmente culpable).
En este juicio varios altos personajes romanos fueron
condenados, entre ellos, Bestia. Su castigo no se menciona, pero en el año 90
a. C. vivía en Roma y salió voluntariamente al exilio después de la entrada en
vigor de la Lex Varia que imponía que todos los que habían instigado a
los italianos a la revuelta tenían que ir a juicio.
Bestia tenía muchas buenas cualidades: era prudente,
activo y capaz de soportar la fatiga; no era ignorante en asuntos de guerra y
no desmayaba frente al peligro; pero era extremadamente codicioso.
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