Dinarco, (Δείναρχος, Corinto, ca. 361 a. C. - ca. 291 a. C.) fue el último
de los diez oradores áticos, hijo de Sóstrato (o, según la enciclopedia
bizantina Suda, de Sócrates). En lo concerniente a los aspectos generales de su
vida, dependemos de la obra de Dionisio de Halicarnaso: Sobre Dinarco,
cap. 2, 3 y 9. Dinarco nació en Corinto, pero se marchó a Atenas para estudiar
retórica con Teofrasto.
A partir de 336/365 trabajó siempre con mucho éxito como logógrafo—un
escritor de discursos para los tribunales. Al ser extranjero residente en
Atenas (meteco), no pudo desarrollar una carrera política ni tampoco le estuvo
permitido hablar directamente en los tribunales.
Tras la Guerra Lamiaca y con los grandes oradores de la época, Demóstenes
e Hipérides, ya fallecidos, Dinarco se quedó solo y ejerció la supremacía
en esa actividad tan lucrativa.
Durante el gobierno de su amigo y protector Demetrio de Falero,
alcanzó su máximo encumbramiento y los años 317-317 fueron los más prósperos de
su vida. En la caída de Demetrio Faléreo en (307/306) y la restauración de la
democracia por Demetrio Poliorcetes, Dinarco, sospechoso por su riqueza
y quizá aún más por su amistad con "los que abolieron la democracia"
, fue condenado a muerte y tuvo que exiliarse a Calcis en Eubea.
Dionisio conocía 87 de los discursos atribuidos a Dinarco y de 60 de
ellos confirmó su autoría. Sólo poseemos tres considerados auténticos por los
especialistas: Contra Demóstenes, Contra Aristogitón, y Contra Filocles, todos
ellos relacionados con las investigaciones de la desaparición del dinero
depositado en Atenas para Hárpalo en (324/323 adC) por el Areópago, el cual
después de consultar, informó que nueve hombres habían recibido sobornos de Hárpalo,
(el tesorero fugitivo de Alejandro), y designó fiscales para el caso. Dinarco
escribió para uno o más de los fiscales los tres discursos antedichos.
Tres discursos incluidos en la lista de Dionisio de Halicarnaso se
encuentran en el corpus de Demóstenes (Orationes 45, 46 y 58), pero los
especialistas no creen que puedan atribuirse a Dinarco.
Las simpatías de Dinarco fueron en favor de una oligarquía ateniense
bajo control macedonio; pero ello podría recordar que él no era ciudadano
ateniense.
Esquines y Démades no lo tuvieron como excusa.
En el asunto de Hárpalo, Demóstenes era sin duda inocente, y,
probablemente, fue otro de los acusados. Sin embargo, Hipérides, el más
ardiente patriota, estuvo del mismo lado que Dinarco.
Bajo la regencia de su viejo maestro, Demetrio de Falero, Dinarco
ejerció gran influencia política. Dinarco señala el declive de la oratoria
ática. Demostró ser poco original excepto en una cierta habilidad para el uso
de metáforas nueva. Imitó a sus precedesores, sobre todo a Demóstenes
(Hermógenes, Id.ii.11 lo llama krítinos Dēmosthénēs, "un Demóstenes de
bagatela"), pero no desarrolló un estilo propio.
Conocía la técnica de la composición en prosa y dominaba todos los
trucos del oficio de orador.
Fue competente hasta cierto punto, pero su obra es descuidada y falta de
gusto.
El orden de sus discursos resulta incoherente. Sus frases son largas y
sin forma, de algunas figuras retóricas, e.g. epanalepsis y asíndeton, hace un
uso desmesurado, y su invectiva es tan sumamente exagerada que pierde todo su
significado.
Sobre el 292, gracias a las negociaciones de su amigo Teofrasto, pudo
regresar a Atenas. Ya prácticamente ciego, se quedó a vivir en casa de su amigo
Próxeno, a quien al poco tiempo denunció para recuperar un dinero que se
le había extraviado en la casa, la única vez que Dinarco estuvo en los
tribunales. Éste es el último dato de su vida que conocemos.
Dinarco murió en Atenas hacia el 291 a C.
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