sábado, 4 de julio de 2015

TRAS LA CELEBRACIÓN DE SU DESFILE TRIUNFAL, EL DICTADOR CAYO JULIO CÉSAR REPARTE BOTÍN Y PAGAS ENTRE SUS LEGIONARIOS



Cuando terminó la celebración, caía la noche. El reparto del botín tendría que dejarse para la mañana siguiente. El Campo de Marte se convirtió en campamento, ya que todos los veteranos retirados estaban también allí, después de presenciar los actos entre la muchedumbre. Los legionarios tenían que recoger su parte en persona a menos que, como ocurría en el caso del triunfo de César, muchos de los veteranos vivieran en la Galia Cisalpina. Algunos se agruparon y nombraron un representante con un documento de autorización, lo cual contribuiría a aumentar las dificultades con las que inevitablemente se enfrentarían los pagadores de las legiones.

 

Los soldados rasos recibieron veinte mil sestercios por cabeza (una cantidad superior a la paga de veinte años de servicio); los centuriones de segunda recibieron más de cuarenta mil sestercios, y los centuriones de primera ciento veinte mil sestercios. Eran unas gratificaciones enormes, mayores que las de cualquier otro ejército en la historia, incluso que las del ejército de Pompeyo Magno después de conquistar Oriente y duplicar el contenido del erario. 


Pese a este botín, los soldados de todos los rangos se marcharon indignados. ¿Por qué? Porque César había apartado un pequeño porcentaje y lo había entregado a los pobres de Roma, cada uno de los cuales recibió cuatrocientos sestercios, treinta y seis libras de aceite y quince modii de trigo. ¿Qué habían hecho los pobres para merecer una parte? Los pobres no cabían en sí de gozo, pero no así el ejército.
 

La opinión general entre los militares era que César tramaba algo, pero ¿qué? Al fin y al cabo, nada podía impedir a un liberto pobre alistarse en las legiones, así pues, ¿por qué César hacía una donación a hombres que no se habían alistado?



( C. McC.)

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