jueves, 2 de julio de 2015

EL DICTADOR CÉSAR VISITA A CLEOPATRA FUERA DEL POMERIUM DE ROMA, PARA DARSE UNA RACIÓN DE SEXO CON LA FARAONA




César, sentado en una silla junto a los pies de la cama, no la miraba a ella, sino que tenía la mirada perdida a lo lejos como a veces hacía. Aunque la habitación no estaba iluminada, se veía claramente que era él.
 

 El corazón le dio un vuelco a Cleopatra, su amor por él le salió a borbotones en un torrente de emoción, junto con un terrible dolor. No es el mismo. Inconmensurablemente más viejo, muy cansado.
 

 Su belleza es tal que perdurará después de la muerte, pero ha perdido algo. Sus ojos siempre fueron claros, pero ahora sus iris tienen un tono muy pálido y contrastan más con el aro negro que los rodea.

 

De pronto, a Cleopatra todo su rencor y su irritación se le antojaron insignificantes; esbozó una sonrisa, fingió despertar y verlo, y levantó los brazos en un gesto de bienvenida. No soy yo quien necesita auxilio.
 

César la miró, le dirigió su maravillosa sonrisa y al levantarse se quitó la toga que lo envolvía. A continuación la rodeó con los brazos, aferrándose a ella como un náufrago a una tabla. Se besaron, primero como si exploraran la suavidad de los labios, luego profundamente. No, Calpurnia, él no es así contigo. Si lo fuera, no me necesitaría, y me necesita desesperadamente. Lo percibo en todo el cuerpo y respondo a él con todo el cuerpo.

 

Existía una magia divina en unirse a una soberana ungida; nunca antes lo había sentido tan intensamente, pero César seguía siendo César, y su mente nunca se relajaba por completo, así que aunque hizo el amor con ella ardientemente durante largo rato, la privó de su propio clímax. Cesarión no tendría una hermana, nunca la tendría. Darle una hija a Cleopatra era un crimen contra todo lo que representaba Júpiter óptimo Máximo, lo que representaba Roma, lo que representaba él.

 


Ella no se dio cuenta de su omisión, al estar demasiado satisfecha, demasiado alejada del pensamiento consciente, demasiado turbada por estar otra vez con él después de casi diecisiete meses.

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