Parece
ser, gran rey, que el cónsul romano Cayo Mario está decidido a veros. Se
dirigió a mí para que le ayudase a localizaros y, como no le diese ninguna
esperanza, me dijo que piensa quedarse en Asia hasta que logre veros.
Entre
sus planes futuros está una visita a Nicomedes y a Ariarates. Cabe preguntarse
cómo es que se expone a los rigores de un viaje por Capadocia cuando ya no es
joven, ni goza de buena salud, como sospecho. Pero me manifestó que en
primavera irá a Tarso y luego a Capadocia.
A mí
me ha parecido un hombre de fuste, majestad. Si un hombre así ha logrado ser
cónsul de Roma no menos de seis veces -pues es una persona franca y bastante
ruda- creo que no se le debe subestimar. Los nobles romanos que yo conozco son
hombres más blandos y refinados. Quizá sea una lástima no haber tenido
oportunidad de conocer a Cayo Mario en Roma para, al contrastarlo con sus
iguales, haber podido profundizar algo más que aquí en Pesinnus.
Quedo
vuestro devoto y siempre fiel súbdito, Batacio.
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