Durante
el consulado de Marco Marcelo y Lucio Arruncio [22 a.C.] no acepté la
magistratura de dictador, que el Senado y el pueblo me conferían para ejercerla
tanto en mi ausencia cuanto durante mi presencia en Roma. Pero no quise
declinar la responsabilidad de los aprovisionamientos alimentarios, en medio de
una gran carestía; y de tal modo asumí su gestión que, pocos días más tarde,
toda la ciudad se hallaba desembarazada de cualquier temor y peligro, a mi sola
costa y bajo mi responsabilidad. Tampoco acepté el consulado que entonces se me
ofreció, para ese año y con carácter vitalicio.
(Octavio
Augusto en "Res Gestae")
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