Un esclavo fugitivo llamado Androcles sacó una espina que
tenía en una pata a un león del desierto africano. Posteriormente fue capturado
y enviado a Roma donde fue condenado a ser devorado en la arena por un león.
Pero la fiera lo perdonó, pues era la misma que él había curado en África. El
emperador Calígula les concedió la libertad a ambos. Androcles paseó entonces
por toda Roma al león atado con una correa, y la multitud le echaba a él dinero
y al león flores.
( Aulo Gelio en "Noches áticas")
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