Las murallas de Constantinopla, de piedra, rodeaban y
protegían la ciudad de Constantinopla (actual Estambul en Turquía) desde su
fundación como capital del Imperio romano de Oriente por Constantino I el
Grande. Con varias ampliaciones y modificaciones durante su historia, fueron
uno de los mayores sistemas de fortificaciones de la Antigüedad y de los más
complejos y elaborados jamás construidos.
Mandadas construir por Constantino el Grande, las
murallas rodeaban a la nueva ciudad por todos los lados, protegiéndola contra
ataques marítimos y terrestres. Cuando la ciudad creció, se erigió la famosa
doble línea de murallas teodosias en el siglo V. Si bien otras secciones de las
murallas eran menos elaboradas, cuando estuvieron bien equipadas (con armamento
y soldados) eran casi inexpugnables para cualquier atacante medieval. Así, las
murallas permitieron salvar a la ciudad y, con ello, al Imperio bizantino
durante los asedios de ávaros, árabes, varegos y búlgaros, entre otros . El
advenimiento de la pólvora para su utilización por los cañones de asedio volvió
a las murallas menos inexpugnables, aunque el sitio final y la caída de
Constantinopla por los turcos otomanos el 29 de mayo de 1453 parece haber
sucedido porque las tropas otomanas consiguieron entrar a través de una puerta
de la muralla, más bien que porque las paredes de ésta se hubieran derrumbado.
La
primera línea de defensa es un foso que estaba cruzado por canales con agua,
pues atraviesa un desnivel. Detrás había un muro bajo, y a continuación otro
algo más elevado con torres. Al final, un tercer muro reforzado con enormes
torreones que eran lo bastante grandes para albergar ballestas y demás artillería
de piedras. Hasta 1204, cuando los cruzados occidentales tomaron la ciudad,
Constantinopla resistió con éxito los numerosos intentos de capturarla.
Gran parte de las murallas permanecieron intactas
durante la mayor parte del período otomano hasta que las secciones comenzaron a
ser desmanteladas en el siglo XIX, al ir creciendo la ciudad fuera de sus
límites medievales. A pesar de la subsecuente falta de mantenimiento, muchos
tramos de las murallas han sobrevivido y están en pie hoy en día. En los
últimos veinte años, ha estado en curso un programa de restauración a gran
escala que permitiría al visitante apreciar su apariencia original.
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