Un
hombre indigente, sumido en la apremiante pobreza, lograba sobrevivir realizando
trabajos de construcción por unos cuantos ases al día. Tenía una esposa que era
igual de pobre, pero tristemente famosa por su insaciable lujuria. El amante de
la esposa la visita mientras el marido está fuera; el marido regresa
inesperadamente y la mujer le desafía con descaro diciéndole: «Mírate, actuando como si no tuvieras nada que
hacer, andando tranquilamente por ahí con las manos en los bolsillos, sin ir a
trabajar como haces habitualmente para ayudarnos a salir adelante y traer un
poco de pan a la mesa. Y aquí estoy yo, pobre desdichada, trabajando como una
esclava día y noche tejiendo lana para que al menos podamos tener una lámpara
con la que alumbrar nuestra mísera casucha».
(Apuleyo en "El
asno de oro" )
No hay comentarios:
Publicar un comentario