Y no cabe duda de que toda
esa gente que se dicen médicos, están al acecho de la fama a costa de
cualquier novedad, negocian con nuestra vida sin pensárselo dos veces. De ahí
aquellas miserables consultas junto al lecho de los enfermos, en las que
ninguno opina lo mismo, para que no parezca una concesión ante el parecer de
otro. De ahí también aquella infausta inscripción funeraria: "Murió por
exceso de médicos".
( Plinio en "Historia Natural" )
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