Cuando algún artista despertaba las simpatías de Calígula,
lo favorecía hasta la locura. Besaba al pantomino Mnéster incluso durante el
espectáculo, y si alguien hacía el menor ruído mientras aquél danzaba, mandaba
arrancarlo de su asiento y lo azotaba con sus propias manos. A un caballero romano
que alborotaba le dio por medio de un centuríón la orden de partir al puerto
para Ostia y de llevar al rey Ptolomeo de Mauritania una carta suya, cuyo
contenido era el siguiente: "No hagas nada, ni bueno ni malo, a ese que ahí
te mando"
( Suetonio en "Vida de Calígula")
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