(...) Era de mediana estatura; tenía el
cuerpo cubierto de manchas y apestaba; los cabellos eran rubios, la faz más
bella que agradable; los ojos azules y la vista débil; robusto el cuello, el
vientre abultado, las piernas sumamente delgadas y el temperamento vigoroso.
(...) Primero se entregó sólo por grados y
en secreto al ardor de las pasiones: petulancia, lujuria, avaricia y crueldad,
que quisieron hacer pasar como errores de juventud, pero que al fin tuvieron
que admitirse como vicios de carácter. En cuanto oscurecía, se cubría la cabeza
con un gorro de liberto o con un manto, recorriendo así las tabernas de la
ciudad y vagando por los barrios para cometer fechorías; lanzábase sobre los
transeúntes que regresaban de cenar, los hería cuando se resistían y los
precipitaba en las cloacas. Destrozaba y saqueaba las tiendas y tenía
establecido en su casa un despacho, donde vendía, por lotes y en subasta, los
objetos robados de esta manera, para disipar al punto su producto. En estas
salidas estuvo muchas veces en peligro de perder los ojos y la vida. Un
senador, a cuya esposa había insultado, estuvo a punto de matarle a golpes…
No hablaré de su comercio obsceno con
hombres libres, ni de sus adulterios con mujeres casadas; diré sólo que violó a
la vestal Rubria y que poco faltó para que se casase legítimamente con la
liberta Acté, con cuya idea sobornó a varios consulares, que afirmaron bajo
juramento que era de origen real… Se sabe también que quiso gozar a su madre,
disuadiéndole de ello los enemigos de Agripina, por temor de que mujer tan
imperiosa y violenta tomase sobre él, por aquel género de favor, absoluto
imperio. En cambio, recibió enseguida entre sus concubinas a una prostituta que
se parecía en gran modo a Agripina; se asegura aun que antes de este tiempo,
siempre que paseaba en litera con su madre, satisfacía su pasión incestuosa, lo
que demostraban las manchas de su ropa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario