Prometeo robó el fuego y se lo entregó a los hombres. Pero cuando Zeus se enteró, ordenó a Hefesto que clavara el cuerpo de Prometeo al monte Cáucaso. Allí pasó muchos años encadenado. Todos los días un águila caía sobre él y le devoraba los lóbulos del hígado, que volvían a crecerle durante la noche.
( Apolodoro en "Biblioteca mitológica" , siglo II a. C. )
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