Mi querido Antonio, Roma está arruinada, y pronto tendremos que debatir ese tema en el Senado. La Guerra Civil nos ha sangrado a todos , y seguro que tendremos que acuñar más monedas de oro y plata con un valor fíjo, y hacerlas circular para que estimulen la economía.
Hay que repartir tierras
ganadas para el Estado entre los romanos más pobres y mis legionarios cuando
los licencie, ya que se lo prometí. E implementar políticas para mejorar la
productividad agrícola y ganadera con la que terminar de una vez por todas con
las hambrunas que nos asolan tan a menudo, sin olvidar tomar el control de
Egipto, ya que sin la importación su grano no podríamos vivir.
Tendremos que reducir los
impuestos para fomentar la inversión, la creación de políticas para el fomento
del comercio y la industria, y la inversión en infraestructuras como carreteras
y puertos para mejorar el transporte y la logística. Afortunadamente las
guerras nos han proporcionado más esclavos para aplicarnos en ello, en
beneficio de los ciudadanos romanos.
También
tendremos que implementar reformas en el sistema fiscal y de impuestos para
aumentar los ingresos del estado y reducir la corrupción y el fraude, tan
extendido entre los gobernadores de provincias y los funcionarios. Cada sestercio
del Estado es sagrado, y tiene que gastarse en algo justificativo que espero
que esté bajo control y supervisión del Senado.
Si puedo
gobernar el Estado Romano igual como he gestionado a las legiones, creo que lo
podré sacar de la ruina y llevarlo a la prosperidad en breve plazo. ¿Se te ocurren otras ideas mejores, Antonio?.
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