Es sabido que se convirtió en
costumbre ofrecer espectáculo de munera y venatio para los soldados por parte
de los emperadores que partían para la guerra.
Muchos dicen que entre los
antiguos esto era un ritual solemne realizado en contra del enemigo, para que
la sangre de ciudadanos fuese así ofrecida en sacrificio bajo la apariencia de
batalla y pudiese así ser apaciguada Némesis –que es cierta advocación
vengadora de Fortuna-.
Otros han contado en libros,
que cuando los romanos estaban a punto de ir a la guerra sentían la necesidad
de ver combate y heridas y hierro, y hombres luchando entre sí a pecho
descubierto, de modo que en la guerra no pudiesen temer a enemigos armados o
estremecerse ante las heridas y la sangre.
Si un infame como un
gladiador era capaz de luchar valientemente, ¿no iban a ser capaces de hacerlo
ellos, honorables soldados de Roma?. Así pues, en la batalla se comportaban
obligados por el ejemplo que esos infames les habían dado antes en la arena.
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