Publio Vatinio (en latín, Publius Vatinius) fue un político y militar de la época final de la República romana. En su discurso contra Vatinio, Cicerón lo describe como uno de los más grandes bribones y villanos que han existido, y señala que su aspecto personal era poco atractivo, con su rostro y el cuello cubiertos con hinchazones, a los que Cicerón alude más de una vez, llamándolo struma civitatis.
En el 59 a. C. fue elegido
tribuno de la plebe y ofreció sus servicios a Julio César, el cónsul de
ese año junto a Marco Calpurnio Bíbulo. Vatinio se convirtió en uno de los
más fervientes seguidores de César. Llevó a la plebe las propuestas de conceder
a César la Galia Cisalpina e Iliria como provincias proconsulares durante un
lustro, provincias a las que posteriormente se añadió la Galia Transalpina.
Cicerón le acusó de legislar ignorando los auspicios adversos, de amenazar al
cónsul del año, Bíbulo, de llenar el Foro de soldados y de amenazar a los otros
tribunos de la plebe para que no interpusieran su veto. Durante su tribunado,
Vatinio sacó a la luz al espía Lucio Vetio, que acusó a muchos de los más
distinguidos ciudadanos de Roma, entre ellos Cicerón de intentar asesinar
a Cneo Pompeyo Magno.
Vatinio dejó Roma para servir
como legado de César en la guerra de las Galias, pero pronto tuvo que regresar
a Roma para proseguir su propia carrera política. Vatinio fracasó en su campaña
para la pretura, y ni siquiera pudo obtener los votos de su propia tribu, la Sergia,
que nunca había fallado previamente en votar a favor de alguien de su propia
tribu. La enemistad entre Vatinio y Cicerón continuó y Vatinio en el 56 a. C.
compareció como testigo contra Sestio y Milón, dos amigos de Cicerón, que
habían tomado un papel importante en el regreso del exilio del orador. En el
juicio de Sestio, Cicerón realizó un breve y feroz discurso deleznando el
carácter de Vatinio. Sin embargo, Cicerón evitó cuidadosamente decir una
palabra contra César, del cual Vatinio era sólo un instrumento. A finales del
año 56 a. C. hubo serios disturbios en Roma que hicieron que los comicios para
la elección de cónsules sólo pudieran ser realizados a comienzos del 55 a. C.
Tras la elección en el 55 a. C.
de Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso para el consulado, los
triunviros apoyaron la candidatura a pretor de Publio Vatinio, a fin de
contrarrestar la candidatura de Marco Porcio Catón, apoyado por la facción
aristocrática del Senado, los Optimates. La influencia y el dinero de Craso y
Pompeyo aseguraron la elección de Vatinio. Para hacer el asunto más seguro, los
cónsules obtuvieron un decreto del Senado, en virtud del cual aquellos que
resultaran electos pretores debían asumir sus magistraturas de inmediato, lo
que impedía de hecho que estos podrían ser procesados por soborno. Habiendo
eliminado este obstáculo, emplearon su dinero con mayor libertad, y mediante el
soborno Vatinio pudo derrotar la candidatura de Catón.
Tras su año en el cargo, en el 55
a. C. fue acusado por Cayo Licinio Calvo de aceptar sobornos. Calvo
ya había acusado a Vatinio anteriormente, una vez en el 58 a. C., y de nuevo
en el 56 a. C.,4 pero en esta ocasión utilizó tan refinada oratoria en el
juicio que hizo que Vatinio le interrumpiera en medio del discurso exclamando
"¡Jurados, os pregunto si he de ser condenado simplemente por la
elocuencia de mi acusador!". Cicerón, a pesar de la animadversión que
sentía hacia Vatinio, y para sorpresa de todos, le defendió en el juicio porque
no quería enfadar a los triunviros y buscaba protección contra Publio
Clodio Pulcro. Vatinio fue absuelto gracias al soborno más que a la
desapasionada (dadas las circunstancias) oratoria de Cicerón.
Vatinio regresó a la Galia en el
51 a. C. como legado de Julio César. Vatinio se unió a César cuando estalló la
segunda guerra civil. Cuando desembarcó en Grecia, en el 48 a. C., César lo
envió de emisario a escuchar las propuestas de paz de Pompeyo. Vatinio no
participó en la batalla de Farsalia porque tuvo que defender la ciudad de
Brundisium que estaba siendo atacada por parte de la flota de Pompeyo comandada
por Décimo Lelio.
Gracias a su éxito fue
recompensado con el consulado en el 47 a. C., junto a Quinto Fufio Caleno.
En el 46 a. C., fue enviado a Iliria donde derrotó a Marco Octavio, que
dominaba la provincia con fuerzas considerables en nombre de los pompeyanos.
Gracias a esta victoria fue saludado como imperator por sus soldados, y obtuvo
el honor de una supplicatio del Senado en el año 45 a. C.. Vatinio estaba aún
en la provincia de Iliria cuando fue asesinado César y a principios del año
siguiente, 43 a. C., fue obligado a rendir Dyrrhachium y ceder su ejército
a Marco Junio Bruto, el cual se había apoderado de Macedonia, porque sus
tropas se pasaron al bando de Bruto y de los republicanos.
Lo último que se sabe de Vatinio es que celebró un triunfo el 31 de diciembre del 43 a. C.
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