viernes, 7 de octubre de 2016

UN DÍA CUALQUIERA EN UNA CALLE DE ROMA



Sobre la escalera de un edificio público, en un activo crucero, un comerciante con túnica roja mira la escena matutina. A su izquierda, una dama noble es llevada a los baños en una litera vigilada por soldados. Frente a él, un carnicero pesa carne para un cliente; en el piso de arriba, la gente se reúne en el balcón de flores para mirar la procesión.

Negocios alineados a lo largo de la calle buscan la atención de la clientela, ofreciendo mercancías que van desde frutas y flores hasta joyería. Los cargadores llevan para sus clientes mercancías como rollos de tela y barriles de vino. Más allá, en la calle principal, amplios arcos soportan el gran acueducto, construido por el emperador Nerón, que abastece regularmente las necesidades de agua de la ciudad.


Los edificios públicos en la playa incluyen templos con pilares, frente a los que hay antorchas encendidas, que indican que están abiertos. Al centro, una columna señala una fuente; varias paredes están pintarrajeadas con símbolos comerciales y graffiti garabateados por transeúntes. 

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