sábado, 29 de octubre de 2016

LA OBSEQUIOSIDAD DE LOS ROMANOS


Ese sentido de la lisonja estaba muy difundida entre la sociedad romana, que tenía siempre muy presente el rango de cada uno, y desde luego que no se limitaba a los griegos.

 


Séneca en su "Sobre la ira", nos cuenta que: "Sabido es que Celio Rufo (orador de finales de la época republicana) era muy irascible. Dícese que una noche cenaba con un cliente suyo, hombre de rara paciencia; pero a éste le resultaba muy difícil, estando solo con el orador, evitar una discusión con él. Consideró, por tanto, que lo mejor sería seguirle la corriente en todo lo que dijese y desempeñar el papel de lisonjero. No pudiendo Celio soportar tanta aprobación, exclamó: "Llévame la contraria, para que vea que somos dos" "


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