[…] por la noche acudía a las tabernas y casas de mala
reputación, envuelto en un amplio manto y oculta la cabeza bajo una peluca.
Tenía pasión especial por el baile teatral y por el canto. Tiberio no
contrariaba tales gustos, pues creía que con ellos podía dulcificarse su
condición feroz, habiendo comprendido tan bien el clarividente anciano su
carácter, que decía con frecuencia: «Dejo vivir a Cayo para su desgracia y para
la de todos»; o bien: «Crío una serpiente para el pueblo y otro Faetón para el Universo».
(Seutonio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario