jueves, 21 de mayo de 2015

TEODOSIO: DIVISIÓN DEL IMPERIO Y CAÍDA DE ROMA



(EN LA FOTO DE ARRIBA , EL EMPERADOR TEODOSIO EL GRANDE )

En Oriente, desde el año 380, Teodosio apoyó a la Iglesia oficial, prohibiendo el arrianismo y deponiendo a los obispos rebeldes.




Pero los godos que se encontraban dentro de los límites del Imperio seguían siendo arrianos: Los bárbaros preferían una doctrina más simple. En Africa subsistía del donatismo, y en Hispania se había difundido una herejía profunda y mística predicada por Prisciliano, obispo de Avila.



Las violentas persecuciones contra los herejes levantaron las protestas de los obispos Martín de Tours y Ambrosio de Milán. Pero el catolicismo seguía siendo todopoderoso.

En el año 390, Teodosio ordenó una represión despiadada después de una revuelta en Macedonia. Ambrosio, indignado por el exterminio de miles de inocentes, excomulgó al emperador, prohibiéndole el acceso a las iglesias hasta que no hiciera penitencia: Teodosio se sometió el día de Navidad. Esta fue la primera penitencia pública de un soberano, y los Papas de la Edad Media se acordarían del precedente.




Teodosio, en adelante sumiso a Ambrosio, decretó en el año 392 la prohibición de los cultos paganos, de las libaciones, de los sacrificios. Pero las creencias antiguas subsistieron durante mucho tiempo en las zonas rurales de Occidente (el término pagano proviene de pagus, aldea), a pesar de los esfuerzos de san Martín de Tours.



Hubo también una rebelión de la aristocracia romana fiel a las viejas tradiciones que, aliada con el franco Argobasto, intentó restaurar el paganismo en toda Italia (año 393).

Teodosio tuvo que comprometerse en una verdadera guerra de religión y su victoria del río Frigido, en el Véneto (394), le permitió eliminar definitivamente el paganismo.




El catolicismo se convirtió en la religión oficial y única del Imperio romano, pudiendo señalarse esta fecha como el final del mundo antiguo, o, por lo menos, de sus dioses.



Teodosio murió en el año 395. Frecuentemente, los historiadores del pasado le llamaron el último gran emperador romano y relacionaron su muerte con el fin del Imperio, que repartió entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio.



En realidad, la división entre Occidente y Oriente había sido instaurada prácticamente hacía un siglo, con la tetrarquía, y ya Constantino, en el año 314, había dejado Oriente a Licinio.



Sin embargo, la fecha del año 395 debe ser recordada porque, desde entonces, las dos mitades del Imperio siguieron distintos destinos. Teodosio señaló el fin de una época en Occidente. El Imperio mantuvo su fachada unos años más gracias -y el hecho es altamente simbólico- a la energía de Estilicón, bárbaro de origen vándalo.



Después, todo quedó sumergido por las sucesivas invasiones en la Galia, en Hispania, en Africa y en Italia, donde Alarico saqueó Roma en el año 410.

Por el contrario, Oriente logró evitar la tempestad y la idea imperial sobrevivió en Constantinopla, con el imperio bizantino, durante muchos siglos. Por es to, en vísperas de las grandes invasiones del siglo V, podemos calibrar la obra de este prodigioso conjunto a punto de hundirse.



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