El día de su muerte… pidió un espejo y se
hizo arreglar el cabello para disimular el enflaquecimiento del rostro. Cuando
entraron sus amigos, les dijo: «¿Os parece que he representado bien esta farsa
de la vida?». Y añadió luego en griego la sentencia con que terminan las
comedias: «Si os ha gustado, batid palmas y aplaudid al autor». Mandó después
retirarse a todos… y expiró de súbito entre los brazos de Livia, diciéndole:
«Livia, vive y recuerda nuestra misión; adiós». Su muerte fue tranquila y como
siempre la había deseado.
( Suetonio)
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