martes, 19 de mayo de 2015

RESPUESTA DE SERVILIA CEPIONIS A LA CARTA DE RHIANNON, LA AMANTE GERMANA DE CÉSAR





Bien, no puedo decir que yo esperase jamás recibir una carta escrita en un latín bastante peculiar de la amante gala de César, pero no deja de resultar divertido, tengo que admitirlo. De modo que tienes un hijo de César. Qué asombroso. Yo tengo una hija de César. Y lo mismo que tu hijo, tampoco lleva el nombre de César. Eso se debe a que yo, por aquel entonces, estaba casada con Marco Junio Silano. Un pariente lejano suyo, otro Marco Junio Silano, es uno de los legados de César este año. Por ello el nombre de mi hija es Junia, y como es la tercera Junia, yo la llamo Tertula.




Dices que eres una princesa. Los bárbaros las tienen, ya lo se. Mencionas ese hecho como si tuviera alguna importancia. No la tiene. Para un romano, la única sangre que importa es la sangre romana. La sangre romana es mejor. El ladrón más mezquino de cualquier callejón trasero es mejor que tú, porque tiene sangre romana. Ningún hijo cuya madre no sea romana podría importarle a César, que tiene la sangre de mayor alcurnia en Roma. Nunca ha sido mancillada por otra sangre que no fuera romana. Si Roma tuviera un rey, César sería ese rey. Sus antepasados fueron reyes. Pero Roma no tiene rey, y César nunca permitiría que Roma tuviera un rey. Los romanos no doblan la rodilla ante nadie.




No tengo nada que enseñarte, princesa bárbara. No es necesario que un romano tenga un hijo de su carne para que herede su posición y lleve el nombre de su familia, porque los romanos pueden adoptar hijos. Esto lo hacen con mucho cuidado. Cualquiera a quien adopten deberá tener la sangre necesaria para continuar su linaje, y como parte de la adopción el nuevo hijo asume su nombre. Mi hijo fue adoptado. Se llamaba Marco Junio Bruto, pero cuando su tío, mi hermano, murió sin dejar un heredero, adoptó a Bruto en su testamento. Bruto se convirtió en Quinto Servilio Cepión, de mi propia familia. Que haya preferido en los últimos años llamarse otra vez Marco Junio Bruto es debido al orgullo que siente por un antepasado juniano, Lucio Junio Bruto, que desterró al último rey de Roma y fundó la res publica romana. Si César no tiene ningún hijo, adoptará uno de sangre juliana y de antepasados impecablemente romanos. Así es la costumbre romana. Y sabedor de esto, César proseguirá su vida seguro, en el convencimiento de que, si no tuviera un hijo de su carne, su último testamento remediaría eso.




No te molestes en contestar esta carta. Me desagrada el hecho de que te consideres a ti misma como una de las mujeres de César. No eres ni más ni menos que un mero recurso circunstancial

( C. McC. )





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