martes, 19 de mayo de 2015

RELIGIÓN Y POLÍTICA: ARRIANISMO



( EN LA FOTO DE ARRIBA SAN ATANASIO Y SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA )


El omnipotente Constantino no dudó en intervenir en las disputas religiosas que comenzaban a afectar a la Iglesia.

Aunque algunos espíritus buscaban la soledad para orar y meditar, como san Antonio, que se retiró a una gruta a la que el diablo acudió varios veces para tentarle, o san Pacomio, que fundó un monasterio en el desierto egipcio (año 325), inaugurando así la vida monacal que iba a difundirse por Oriente y Occidente, otros sembraron discordias con interpretaciones opuestas de los dogmas o con ataques contra la jerarquía.

Tal fue el caso, en Africa, de creyentes fanáticos que reprocharon a la Iglesia mostrarse demasiado indulgente con los sacerdotes que, durante las persecuciones de Diocleciano, habían renegado de su fe y abandonado los Textos Sagrados.

Donato se rebeló contra el obispo de Cartago en nombre de los mártires, y sus seguidores hicieron nacer un cisma, acompañado de agitaciones sociales.

Fueron condenados en el concilio de Arlés (314) y Constantino los persiguió en vano, concediéndoles finalmente la tolerancia en el año 321. El donatismo subsistiría hasta la invasión árabe.

Pero más problemática fue la denominada herejía arriana. Un sacerdote de Alejandría, Arrio, formado en la escuela de Antioquía, sostenía que Cristo no era de esencia divina, ni participaba en la misma naturaleza de Dios.

El Dios único, incomunicable, no podía dividirse: El hijo era sólo un hombre, una criatura "creada de la nada", adoptada por Dios.

En Oriente, donde se mantenía la influencia de la filosofía griega, esta interpretación de fondo racional era más fácil de comprender para los fieles que le difícil y misterioso dogma de la Santísima Trinidad o consustancialidad: El hombre elegido por Dios era más familiar para la mentalidad oriental que el Dios hecho hombre.




Ante la proliferación de los arrianos, la Iglesia se preocupó, y Arrio fue condenado por primera vez en el año 321, pero algunos obispos (los de Cesarea y Nicomedia) continuaron sosteniéndole.

Cuando Constantino derrotó a Licinio (año 324) y se apoderó de Bizancio, convocó en Nicea un gran concilio, el primer concilio "ecuménico" o mundial, por la presencia simultánea de los de obispos occidentales y orientales(año 325).

El concilio estableció que Cristo era "consustancial" al Padre, al mimo tiempo distinto e inseparable de El, como el Espíritu Santo.

El concilio fijó también las normas de la elección de obispos, dando a los metropolitanos (obispos de las ciudades principales de las provincias romanas) una autoridad superior (Roma, Antioquía, Alejandría, etc.). La Iglesia modelaba su organización sobre la del Imperio.

Por lo demás, la intervención directa de Constantino era un hecho grave; su "protección" se hacía embarazosa.

El emperador se había proclamado "obispo externo"; rehabilitando después a Arrio, la controversia continuó hasta que Teodosio, en el año 381, impuso la doctrina de Nicea.

Los bárbaros, sin embargo, se convirtieron al cristianismo arriano.

El cesaropapismo (intervención del Estado en los asuntos religiosos) había nacido y triunfaba en Constantinopla: Era la semilla del futuro cisma griego.

Cuando Constantino murió en el 337, a los 55 años, quedaban todavía muchos problemas por resolver.






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