A finales de mayo regresaron a Alejandría y encontraron que los escombros habían sido retirados por completo y por todas partes se construían nuevas viviendas. Mitrídates de Pérgamo se había trasladado a un cómodo palacio con su esposa, Berenice, y su hija, Laodicem, y Rufrio se dedicaba a edificar un cuartel para las tropas que se quedarían allí a pasar el invierno, al este de la ciudad, cerca del hipódromo, pues consideraba prudente alojar a sus legiones a un paso de los judíos y méticos.
César dio a la faraona consejos y advertencias.
-No seas tacaña, Cleopatra. Emplea el dinero en dar de comer a tu pueblo, y no pases el coste a los pobres. ¿Por qué crees que Roma tiene tan pocos problemas con su proletariado? No cobres entrada a las carreras de cuádrigas, y piensa en unos cuantos espectáculos que puedan organizarse en el ágora con acceso gratuito. Trae compañías de actores griegos para representar obras de Aristófanes, Menandros, los dramaturgos más alegres; a la gente corriente no le gustan las tragedias porque en general viven sus propias tragedias. Prefieren reír y olvidar sus problemas durante una tarde. Aumenta el número de fuentes públicas y construye algunos baños públicos asequibles. En Roma, retozar en una casa de baños cuesta un cuarto de sestercio; la gente sale limpia y de buen humor. Mantén bajo control a esas lamentables aves durante el verano. Contrata unos cuantos hombres y mujeres para lavar las calles e instala unas letrinas públicas decentes en cualquier lugar donde haya un desagüe que se lleve las aguas fétidas. Puesto que Alejandría y Egipto están sobrados de burocracia, establece censos para contar tanto a la ciudadanía en general como a la nobleza, y confecciona un catálogo de granos que dé derecho a los pobres a un medimnus de trigo al mes, más una ración de cebada para que puedan elaborar cerveza. El dinero que recibes como renta ha de distribuirse, no lo dejes enmohecer; si lo guardas, la economía se viene abajo. Alejandría ha sido domada, pero está en tus manos mantenerla así.
-Destina más dinero a la educación, anima a los pedagogos a crear escuelas en mercados y lugares públicos, subvenciona sus sueldos a fin de que más niños puedan aprender. Necesitas contables, escribanos, y cuando lleguen más libros llévalos directamente al museo. Los funcionarios públicos son perezosos, así que supervisa más severamente sus actividades, y no les ofrezcas cargos vitalicios.
( Fragmento del libro de Colleen McCullough "El Caballo de César" )
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