lunes, 4 de mayo de 2015

CAYO JULIO CÉSAR REPARTE ESCLAVAS, PRIMAS DE SU PROPIO BOLSILLO Y BOTÍN ENTRE SUS LEGIONARIOS EN LA GALIA



La campaña para reducir a los bitúrigos duró cuarenta días. En cuanto César llegó de vuelta al campamento que estaba justo debajo del monte de la Bibracte edua, reunió en asamblea a las legiones decimotercera y decimoquinta y le regaló a cada uno de los hombres de ambas legiones una prisionera bitúriga, que podían conservar como criada o vender a los tratantes de esclavos. Después, le dio a cada soldado una prima en metálico de cien sestercios y a cada centurión una de dos mil. Todo de su propio bolsillo.



-Esto es para demostraros mi agradecimiento por vuestro maravilloso apoyo -les dijo a sus soldados-. Lo que Roma os paga es una cosa, pero es hora de que yo, Cayo Julio César, os dé algo de mi propio bolsillo como agradecimiento personal. Los últimos cuarenta días hemos conseguido un botín pequeño, y yo os he sacado de vuestro bien merecido descanso de invierno y os he pedido que marchéis ochenta kilómetros al día durante casi todos esos cuarenta días. Después de un terrible invierno, de la primavera y del verano en el campo de batalla contra Vercingetórix, merecíais descansar y no hacer nada de nada durante seis meses por lo menos. Pero ¿acaso refunfuñasteis cuando os dije que teníais que poneros en marcha? ¡No! ¿Os quejasteis cuando os pedí esfuerzos hercúleos? ¡No! ¿Aflojasteis el paso, pedisteis más de comer, me disteis menos de lo que podéis dar en algún momento? ¡No! ¡No, no, no! ¡Vosotros sois los hombres de las legiones de César y Roma nunca ha visto nada semejante! ¡Vosotros sois mis muchachos! ¡Mientras yo esté vivo, seréis mis queridos muchachos!



Los soldados lo vitorearon histéricamente, tanto por llamarlos sus queridos muchachos como por el dinero y la esclava, que también salió del bolsillo privado de César, pues los beneficios de la venta de esclavos pertenecían exclusivamente al general.






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