domingo, 27 de julio de 2014

ÚLTIMOS AÑOS DE TIBERIO EN CAPRI


En su quinta de Capri tenía una habitación destinada a sus desórdenes más secretos, guarnecida toda de lechos en derredor. Un grupo elegido de muchachas, de jóvenes y de disolutos, inventores de placeres monstruosos, y a los que llamaba sus «maestros de voluptuosidad», formaban allí una triple cadena, y entrelazados de ese modo se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus estragados deseos… Se dice que había adiestrado a niños de tierna edad, a los que llamaba «sus pececillos», a que jugasen entre sus piernas en el baño, excitándole con la lengua y los dientes, y también, a semejanza de niños creciditos, pero todavía en lactancia, le mamasen los pechos, género de placer al que por su inclinación y edad se sentía principalmente atraído.


 ( Suetonio)










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