miércoles, 30 de julio de 2014

ALEJANDRO MAGNO, EL CONQUISTADOR


Si el lector tuviese la oportunidad de hablar con una persona culta del mundo grecorromano que hubiese vivido entre los siglos IV a. C. y V d. C. y hubiese tenido la oportunidad de preguntarle quién era Alejandro, sin más, su interlocutor no habría tenido ninguna duda. Sólo por ese nombre se conocía a Alejandro III, rey de Macedonia (356-323 a. C.) y último representante de la dinastía de los Argéadas. Los epítetos se quedaban cortos para este hombre: rey omnipotente, prototipo de conquistador, fundador de un imperio universal que pereció con él, protagonista de la más elevada de las grandezas y de algunos episodios de una bajeza deleznable… todo ello en el tiempo récord de una vida de treinta y tres años y un reinado de trece. Los militares de todos los tiempos le han tenido por guía y han deseado emular sus hazañas, empezando por sus generales, que se repartieron su imperio a su muerte, y acabando por Napoleón; pero también los escritores hicieron de él punto de partida de un mito literario —basado en algunos aspectos de su novelesca vida— que empezó en la Antigüedad y termina en algunos representantes de la actual novela histórica. ¿Quién fue este joven conquistador? ¿Por qué causó tal impresión a sus contemporáneos y a sus sucesores hasta la actualidad? ¿Qué puede enseñarnos hoy en día? Los acontecimientos de su vida guardan las respuestas a estas preguntas y mucho más.









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