miércoles, 12 de febrero de 2020

HIDACIO RELATA LAS INVASIONES BÁRBARAS EN HISPANIA


Los bárbaros, que habían penetrado en las Hispanias, rapiñan y matan sin piedad. Por su parte, la peste no hace menos estragos. Mientras que las Hispanias son entregadas a los excesos de los bárbaros y el mal de peste no hace menos desolación, las riquezas y los aprovisionamientos almacenados en la ciudad son arrebatados por el tiránico recaudador de impuestos y agotados por la soldadesca. Ataca además una hambruna espantosa: los humanos devoran la carne humana bajo la presión del hambre; las madres mismas se nutren del cuerpo de sus hijos a los que han matado o cocido. Las bestias feroces, habituadas a los cadáveres de las víctimas de la espada, del hambre o de la peste, matan también a los hombres más fuertes y, ahítas de su carne, se lanzan por todas partes para el aniquilamiento del género humano. Así es como, mediante los cuatro azotes del hierro, del hambre, de la peste y de las bestias feroces, que reinan por doquier en el mundo entero, se realiza lo que había anunciado el Señor por sus profetas. Las provincias de Hispania, arruinadas por los ataques de estos azotes, los bárbaros, convertidos a la idea de establecer la paz por la misericordia del Señor, se juegan por sorteo los territorios de las provincias para instalarse en ellas. Los Vándalos ocupan Gallaecia y los Suevos la región situada en la extremidad occidental, a las orillas del Océano. A los alanos les corresponden Lusitania y la Cartaginense mientras que los Vándalos, llamados Silingos, tienen la Bética. Los hispanos de la ciudades y de las aldeas fortificadas que habían sobrevivido a los azotes de los bárbaros dueños de las provincias se resignan a la servidumbre.




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