sábado, 8 de julio de 2017

ADRIANO HABLA SOBRE LA MESA Y EL VINO


Grecia sabía más de estas cosas; su vino resinoso, su pan salpicado de sésamo, sus pescados cocidos en las parrillas al borde del mar, enriquecidos aquí y allá por el fuego y sazonados por  el crujir de un grano de arena, contentaban el apetito sin rodear con demasiadas complicaciones el más simple de nuestros goces (...) . El vino nos inicia en los misterios volcánicos del suelo, en las ocultas riquezas minerales... una copa bebida a mediodía, a pleno sol, o bien absorbida una noche de invierno, en un estado de fatiga que permite sentir en lo hondo del diafragma su cálido vertimiento, su segura y ardiente dispersión en nuestras arterias, es una sensación casi sagrada... no he vuelto a encontrarla al salir de las bodegas numeradas de Roma, y la pedantería de los grandes catadores de vino me impacienta.

( Marguerite Yourcenar en "Memorias de Adriano")



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