sábado, 17 de junio de 2017

LAS HUMILLACIONES DE CLAUDIO


Antes de ser emperador, Claudio era a menudo objeto de insultos. Si llegaba a cenar un poco más tarde de la hora señalada, no se le hacía sitio sino a regañadientes y sólo después de haberlo hecho recorrer el comedor,  y cada vez que se adormilaba después de la comida, cosa que sucedía con frecuencia, lo incordiaban tirándole huesos de aceituna o de dátiles, y a veces los bufones lo tomaban por objeto de sus bromas despertándolo con un golpe de palmeta o con el látigo. Solían también ponerle chinelas en las manos mientras roncaba, para que, al despertarse de repente, se golpeara con ellas la cara al querer restregarse los ojos.

 ( Suetonio en "El divino Claudio")






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