viernes, 10 de marzo de 2017

ARISTÓTELES, EL MAESTRO DE FILÓSOFOS


Con frecuencia tendemos a pensar que personajes como Aristóteles se encuentran muy lejos de nuestra vida cotidiana. Nadie duda en reconocer en él a uno de los más importantes filósofos de la Antigüedad junto con Platón y Sócrates, pero la impresión de que su obra como tal tiene una presencia limitada al ámbito de la filosofía es asimismo general. Y, sin embargo, nada más lejos de la realidad. ¿Quién no ha dicho alguna vez que el fin que busca todo ser humano para su vida es la felicidad? ¿O que el hombre es un ser sociable por naturaleza? Todos identificamos a un virtuoso como a alguien capaz de hacer algo del mejor modo posible, y en más de una ocasión habremos afirmado convencidos que en el término medio está la virtud. La obra filosófica de Aristóteles es sin duda una de las más valiosas del mundo clásico tanto por su magnitud como por su profundidad. Pero es su trascendencia histórica la que explica el lugar que todos, conscientes o no de ello, atribuimos a su autor en el pensamiento occidental. La filosofía aristotélica está sutilmente encajada en nuestra forma de ver el mundo, es un recurso inconsciente de nuestro modo de analizar la realidad y razonar sobre ella. Quizá la figura idealizada del filósofo de blancas y largas barbas, vestido con una túnica y portando algún libro mientras enseña a sus discípulos que hemos visto representada hasta la saciedad en cuadros y libros nos sea lejana, pero lo cierto es que acercarnos a Aristóteles es hacerlo a nosotros mismos.









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