El genio militar de Cayo Julio César ideó la forma más optimizada de utilizar a sus soldados en sus legiones.
Los hombres inteligentes y con iniciativa podrían ser promovidos a centuriones, que eran los oficiales al mando de cada centuria, o los oficiales superiores de la legión. Estos soldados eran responsables de liderar a los hombres en la batalla y tomar decisiones tácticas importantes.
Los hombres inteligentes pero sin iniciativa podrían ser asignados a puestos de trabajo administrativos como escribas, para llevar registros de suministros y tropas, las listas del reclutamiento, o como mensajeros, para transmitir órdenes y comunicaciones entre los diferentes cuerpos de la legión.
Los hombres ignorantes y sin iniciativa pueden ser utilizados para trabajos de construcción y mantenimiento del campamento, como la construcción de fortificaciones y puentes, o para tareas de limpieza y mantenimiento de los equipos y armas.
Finalmente, los hombres ignorantes pero con iniciativa se aprovecharon a lo que fuera de menos utilidad en la legión debido a su tendencia a ser imprudentes ya tomar decisiones arriesgadas. Por lo tanto, podrían ser asignados a tareas menos críticas o se les podría poner bajo la supervisión de un centurión o de un oficial superior para asegurar su comportamiento adecuado.
Eran los que se les metían en las primeras filas, para que fueran los primeros en caer, al considerarlos los menos provechosos, aunque para César la vida de cada legionario era sagrada, y era como perder a un amigo, a un colega, a alguien que forma parte indiscutible del equipo.
En conclusión, la división de los soldados en diferentes categorías basadas en su inteligencia y su iniciativa era importante para garantizar que cada soldado se utilizara de manera efectiva en las legiones romanas y se evitara poner en peligro la misión y la seguridad de la legión. Así, pues, César tenía en cuenta la habilidad y la iniciativa de sus soldados al asignar roles en la legión, ya que todos son distintos en capacidades y habilidades.
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