lunes, 16 de abril de 2018

EL EJÉRCITO MANIPULAR SEGÚN POLIBIO


 

Primero, designan a los cónsules y, después, nombran a los tribunos militares, catorce, extraídos de los hombres que han cumplido un mínimo de cinco anos de servicio militar, y diez mas, de los que han cumplido diez anos en el. Este ultimo es el tiempo que debe servir un soldado de caballería; el de infantería dieciséis años; en ambos casos, forzosamente antes de cumplir los cuarenta y seis de edad, con la excepción de los que tienen un censo inferior a cuatrocientas dracmas; estos se alistan todos en la marina. En casos de emergencia, los soldados de infantería han de servir veinte anos. Nadie puede ser investido de cualquier magistratura, si no ha cumplido diez años íntegros de servicio.

 

Cuando los magistrados que ostentan el poder consular se aprestan a realizar una leva de soldados, anuncian al pueblo reunido en asamblea el día en que deberán presentarse todos los romanos en edad militar. Esto se hace anualmente. Llegado el día prescrito, todos aquellos que legalmente el ejercito puede alistar se dirigen a Roma y se concentran en el Capitolio. Los tribunos militares mas jóvenes se reparten, según el orden en que han sido elegidos por el pueblo o por los cónsules, en cuatro grupos, porque entre los romanos la división primera y principal de sus efectivos militares es en cuatro legiones.

 

Los cuatro tribunos mas antiguos vienen asignados a la legión llamada la primera, los tres siguientes a la segunda, los cuatro siguientes a la tercera y los tres últimos a la cuarta. De los tribunos mas antiguos, los dos primeros son asignados a la primera legión, los tres siguientes se sitúan en la segunda, los dos siguientes en la tercera y los tres últimos en la cuarta.

 

Concluida la elección y la asignación de tribunos, de manera que cada legión tenga el mismo numero de oficiales, estos se reúnen en seguida, separadamente y agrupados según las legiones, para echar suertes sobre las tribus y las llaman según el orden que ha arrojado el sorteo. De cada tribu escogen cuatro jóvenes soldados que tengan, mas o menos, físico y edad similares. Les mandan aproximarse y, primero, escogen los oficiales de la primera legión, después, los de la segunda, a continuación, los de la tercera y, finalmente, los de la cuarta. Presentados cuatro jóvenes mas, ahora son los oficiales de la segunda legión los primeros en seleccionar, y así sucesivamente; los últimos en elegir son los oficiales de la primera legión. Se adelantan otros cuatro soldados, y ahora eligen, los primeros, los oficiales de la tercera legión y, en ultimo lugar, los de la segunda.

 

Hecho de esta forma cíclica el encuadramiento de los soldados, cada legión recibe un conjunto de hombres muy similar. Cuando se llega al numero decretado (que es casi siempre cuatro mil doscientos soldados de infantería por legión, pero alguna vez cinco mil, esto si el riesgo que se corre es excepcional), antiguamente se seleccionaba la caballería después de la elección de los cuatro mil doscientos soldados, pero ahora se empieza por aquí: la elección la hace el censor según las fortunas personales; a cada legión le vienen asignados trescientos jinetes.

 

Después del alistamiento, realizado tal como se ha descrito, los tribunos correspondientes reúnen a los elegidos para cada legión, escogen al hombre mas capaz y le toman el juramento de que obedecerá a los oficiales y cumplirá sus ordenes en la medida de lo posible. Entonces, Lodos los restantes se van adelantando y juran, uno por uno, declarando que harán exactamente lo mismo que el primero.

 

Simultáneamente, los magistrados que ostentan la potestad consular pasan aviso a las autoridades de las ciudades confederadas de Italia cuya participación en la campana se ha determinado: se les señala el numero, el día y el lugar al que han de acudir los seleccionados. Las ciudades realizan un alistamiento no muy distinto al que se ha descrito, se toma el juramento, se nombra un general y un cuestor y se envía la tropa.

 

En Roma, mientras tanto, despumes del juramento, los tribunos militares indican a cada legión la fecha y el lugar en que deberán presentarse los hombres sin armas; inmediatamente les mandan a sus casas.

 

Los hombres se presentan en el día fijado y los tribunos eligen de entre ellos los mas jóvenes y los mas pobres para formar los velites, los siguientes para los llamados hastati, los hombres mas vigorosos forman el cuerpo de los príncipes; los de mas edad el de los triarii. Entre los romanos, estos son los nombres de las cuatro clases de tropa de cada legión, distintos en edad y en equipo.

 

Su distribución es como sigue: los de mas edad, los llamados triarii, son seiscientos, los príncipes mil doscientos, y también mil doscientos los hastati-, los restantes, que son los mas jóvenes, son los velites. Si la legión supera los cuatro mil hombres se hace una distribución proporcional, a excepción de los triarii cuyo numero es siempre invariable.

 

A los mas jóvenes les ordenan armarse de espada, jabalinas y de un escudo ligero, de construcción muy sólida y de tamaño suficiente para una defensa eficaz; es de forma abombada y tiene un diámetro de tres pies. Los velites usan un casco sin penacho, pero recubierto por una piel de lobo o de una bestia semejante, tanto para su defensa como para servir de distintivo: así cada jefe de línea puede comprobar claramente los que se arriesgan con valor y los que no. La parte de madera de la jabalina tiene, aproximadamente, una longitud de dos codos, un dedo de espesor y su punta mide un palmo; esta punta es tan afilada y aguzada, que al primer choque se tuerce y el enemigo no puede dispararla; sin esto, la jabalina serviría a los dos ejércitos.

 

A los que siguen en edad, los llamados hastati, se les ordena llevar un equipo completo. El romano consta, en primer lugar de un escudo de superficie convexa, de dos pies y medio de longitud y de cuatro de anchura. El espesor de su borde es, mas o menos, de un palmo. Esta construido por dos planchas circulares encoladas con pez de buey; la superficie exterior esta recubierta por una capa de lino y, por debajo de esta, por otra de cuero de ternera. En los bordes superior e inferior, este escudo tiene una orla de hierro que defiende contra golpes de espada y protege el arma misma para que no se deteriore cuando se deposita sobre el suelo. Tiene ajustada una concha metálica (limbo) que lo salvaguarda contra piedras, lanzas y, en general, contra choques violentos de proyectiles.

 

A este escudo le acompaña la espada, que llevan colgada sobre la cadera derecha y que se llama "española". Tiene una punta potente y hiere con eficacia por ambos filos, ya que su hoja es sólida y fuerte. Hay que añadir dos venablos {pila), un casco de bronce y unas tobilleras (ocreae). Hay dos clases de venablos, los delgados y los gruesos. De los pesados, unos son redondos y tienen un diámetro de un palmo; otros tienen una sección cuadrangular de un palmo de lado. Los delgados, que se llevan además de los otros, son como espadas de caza, de una longitud media. Todos estos venablos tienen un asta que mide aproximadamente tres codos; a cada uno se le ajusta un hierro en forma de anzuelo, de la misma longitud del asta. Su inserción y su uso vienen tan asegurado por el hecho de ir atado hasta media asta y fijado por una tal cantidad de clavos, que, en el combate, antes de que ceda la juntura se rompe el hierro, aunque este, en su base, por donde se implanta en la madera, tiene un grosor de un dedo y medio; tal es el cuidado que ponen los romanos en esta inserción. Además, los haslati se adornan con una corona de plumas, con tres plumas rojas o negras, de un codo cada una. Cuando se la ponen en la cabeza y empuñan las armas, dan la impresión de ser el doble de altos, su figura es arrogante e infunde pánico al enemigo. La mayoría de estos soldados completan su armamento con una plancha rectangular de bronce, de un palmo de lado, que se colocan a la altura del corazón; esta pieza se llama pectoral, con la cual completan su equipamiento. Pero los que tienen un censo superior a las diez mil dracmas no añaden este pectoral al resto de sus armas, sino que se revisten de una coraza fijada por cadenas. Y un armamento igual a este es el de los príncipes y de los triarii, solo que estos últimos utilizan lanzas en vez de venablos.

 

De cada una de las clases ya citadas de soldados se escogen diez taxiarcos en orden a sus méritos. Después se lleva a cabo una segunda elección, de diez mas. Taxiarco, efectivamente, es el titulo que se les da; el que ha sido elegido en primer lugar tiene el derecho de asistir a los consejos. Los taxiarcos se adjudican, a continuación, un numero igual de oficiales de retaguardia (optiones). Seguidamente cada categoría de soldados viene dividida en diez secciones correspondientes a los diez taxiarcos primeros. De esta división se exceptúan los velites. A cada sección se le asignan dos taxiarcos y dos oficiales de retaguardia. En cuanto a los velites, son distribuidos a partes iguales entre todos los grupos, habiéndose efectuado previamente su división. Estos grupos son llamados compañías (ordines), manipulo (manipuli) o bien estandartes (vexilla), y sus comandantes centuriones. Estos últimos, en cada sección, escogen los dos hombres mas vigorosos y los nombran portaestandartes (vexillarii). Es muy lógico que sean dos los comandantes nombrados, porque lo que va a hacer un comandante o lo que le va a suceder es imprevisible; las operaciones bélicas no admiten excusas y no se quiere, absolutamente nunca, que una sección se quede sin el jefe correspondiente. Cuando los dos centuriones están en su lugar, el elegido en primer termino manda el ala derecha de la sección; corresponde al segundo el mando de los hombres del ala izquierda. Cuando faka uno, el restante toma el mando de la unidad integra. Es deseable que los centuriones, mas que osados y temerarios, sean buenos conocedores del arte de mandar, que tengan presencia de animo y que sean firmes no solo para atacar con sus tropas aun intactas, o bien al principio del combate, sino también para resistir cuando están en inferioridad de condiciones o en un aprieto y para morir sin abandonar su puesto.

 

De manera semejante se habían distribuido los jinetes en diez escuadrones (turmae); tres hombres de cada uno son elegidos decuriones, que se escogen, ellos personalmente, tres subalternos. El decurión elegido en primer lugar manda toda la unidad; los otros dos ejercen las funciones de jefe de decena; sin embargo, a los tres se les llama decuriones. Si falta el primero, el segundo le releva en sus funciones de jefe de la unidad.

 

El armamento de los jinetes romanos es ahora muy semejante al de los griegos. Pero aquellos, antes, no usaban coraza y entraban en combate simplemente con sus vestidos. Esto les facilitaba descabalgar con rapidez y destreza y volver a montar, pero en los choques en formación cerrada se veían en inferioridad de condiciones por el hecho de combatir a pecho descubierto. Ademas, sus lanzas eran ineficaces por dos motivos: primero, porque las fabricaban muy delgadas y, frágiles como eran, nunca alcanzaban el blanco propuesto; antes de clavar su punta en lo que fuera, los movimientos bruscos del caballo bastaban las mas de las veces para romperlas. Además, los romanos no aguzaban las puntas de estas lanzas, por lo que servían solo para la primera arremetida, después de la cual, rotas, se les convertían en inútiles y vanas. Los jinetes romanos usaban también antes unos escudos confeccionados con piel de toro, muy semejantes a las tortas en forma de ombligo que se ofrecen en los sacrificios. Pero estos escudos eran casi inservibles en caso de ataque, porque no tenían ninguna solidez; cuando las lluvias han enmohecido la piel y esta se destroza, pierden la poca utilidad que antes tenían. Por eso, porque la experiencia no les recomiendo aquellas armas, los jinetes romanos adoptaron muy pronto el equipo griego, en el cual la primera herida de la punta de las lanzas resulta recta y eficaz, debido a su factura; la lanza es estable y resistente; además, el hierro de su base permite invertir el arma y usarla con firmeza y con fuerza. Lo mismo cabe decir de los escudos griegos: resisten bien los golpes que vienen de lejos y los asestados de cerca; son escudos con los que se puede contar. Los romanos lo comprobaron y lo imitaron al punto. Ellos, mas que cualquier otro pueblo, cambian fácilmente sus costumbres e imitan lo que es mejor que lo suyo.

 

Lista esta distribución e impartidas las ordenes referentes a las armas, los tribunos despiden a los soldados para que se dirijan a sus casas. Llegado el día en que juraron congregarse todos en el lugar designado por los cónsules (cada cónsul ordena un lugar distinto a sus legiones; a cada uno de ellos le corresponden dos, y una parte de los aliados), todos los alistados se presentan sin excusa que valga; la única causa eximente es un mal agüero o una imposibilidad física. Cuando ya se han reunido todos, romanos y aliados, los toman a su cargo y los organizan unos oficiales nombrados por los cónsules, los llamados praefecti sociorum, doce en total. Estos prefectos empiezan por elegir para los cónsules, de entre todos los aliados presentes, los jinetes y los soldados de infantería mas aptos para el servicio activo; se les llama extraordinarii, termino que en nuestra lengua significa "escogidos". El numero de aliados, en total, resulta casi idéntico al de los romanos, en la infantería, pero en la caballería estos acostumbran a ser triplicados por aquellos. De todo este conjunto se escoge como extraordinarii, de los jinetes, aproximadamente la tercera parte, y de los soldados de infantería, la quinta. Todo el conjunto viene distribuido en dos grupos, llamados, uno, ala derecha y, el otro, ala izquierda.

 

Cuando ha concluido todo debidamente, los tribunos toman a los romanos y a los aliados y empiezan a instalar el campamento...



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