domingo, 25 de diciembre de 2016

ASESINATO DE DOMICIANO, PINTURA DEL ITALIANO LAZZARO BALDI




El emperador Domiciano fue asesinado el 18 de septiembre de 96 a consecuencia de una conspiración palaciega urdida por una serie de oficiales de la corte. Suetonio ofrece una detallada descripción del homicidio, afirmando que el líder de los conspiradores era el chambelán imperial Partenio. Este oficial se había enemistado con el emperador a consecuencia de la ejecución de su secretario Epafrodito. Los autores materiales del crimen fueron un liberto de Partenio, llamado Máximo, y Esteban, mayordomo de la sobrina del emperador, Flavia Domitila. No se ha determinado con total certeza la participación de la Guardia Pretoriana, liderada por Norbano y Petronio Segundo; de entre ellos, se sabe que este último tenía conocimiento del complot. La Historia romana de Dión Casio, escrita casi cien años después del delito, cita a Domicia Longina entre los conspiradores. No obstante, la fe y devoción que esta mujer sintió por su marido incluso después de su muerte hace que su participación en la conjura sea muy poco probable.

Dión sugiere que el asesinato fue un acto improvisado. Sin embargo, los escritos de Suetonio implican la existencia de una conspiración bien organizada. La víspera del ataque, Esteban fingió una lesión a fin de poder llevar una daga debajo de las vendas con las que se cubría la ficticia herida.] El día del asesinato se cerraron las puertas de los cuartos de los sirvientes imperiales. El personal del emperador se llevó la espada que éste ocultaba debajo de su almohada. A consecuencia de una predicción astrológica, el emperador creía que moriría a mediodía. El día señalado por el astrólogo, preguntó a un mancebo la hora; el muchacho, incluido en el complot, le respondió que era más de mediodía. Aliviado, el emperador se dirigió a su escritorio donde tenía planeado firmar algunos decretos; de repente, Esteban se le aproximó: 

He aquí lo que se supo acerca de esta conjuración y de la manera cómo pereció Domiciano. No sabiendo los conjurados dónde ni cómo lo atacarían, si en la mesa o en el baño, Esteban, intendente de Domitila, acusado entonces de malversación, les ofreció sus consejos y su brazo. Para evitar sospechas, fingió tener una herida en el brazo izquierdo, y lo llevó durante muchos días rodeado de lana y vendajes. Llegado el momento, ocultó en él un puñal, e hizo pedir una audiencia al emperador para denunciarle una conspiración. Introducido en su cámara, mientras Domiciano leía con espanto el escrito que acababa de entregarle, lo hirió en el bajo vientre. Herido el emperador, trató de defenderse, cuando Clodiano, legionario distinguido, Máximo, liberto de Partenio, Saturio, decurión de los cubicularios, y algunos gladiadores, cayeron sobre él y le dieron siete puñaladas. 

Esteban y el emperador continuarían combatiendo en el suelo hasta que el resto de conspiradores consiguieron dominarle y asestarle varias puñaladas. Sólo un mes antes de que se produjera su 45º cumpleaños, Domiciano murió; sin ceremonia alguna se arrastró su cuerpo y se cremó el cadáver. Consumido el fuego se mezclaron sus cenizas con las de su sobrina Julia, depositadas en el Templo Flavio. Suetonio atestigua la existencia de una serie de presagios que habían predicho su muerte. Varios días antes Minerva se le había aparecido en sueño anunciándole que Júpiter le había desarmado y que ya no sería capaz de protegerle. 

Sabedores los complotados de la afición de Domiciano por los oráculos y predicciones, utilizaron ese carácter del emperador para el triunfo del complot que terminó con su vida. Puede considerarse éste un caso de "profecía autocumplidora", en el cual una creencia negativa sobre el futuro conduce a que suceda lo que tanto se teme.


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