lunes, 15 de agosto de 2016

SUETONIO RELATA EL ASESINATO DE CÉSAR




En cuanto se sentó, le rodearon los conspiradores con pretexto de saludarle; en el acto Cimber Telio, que se había encargado de comenzar, se le acercó para dirigirle un ruego; pero, negándose a escucharle e indicando con un gesto que dejara su petición para otro momento, le cogió de la toga por ambos hombros, y mientras exclamaba César «Esto es violencia», uno de los Casca, que se encontraba a su espalda, le hirió algo más abajo de la garganta. Cogiole César el brazo, se lo atravesó con el puñal y quiso levantarse, pero un nuevo golpe le detuvo. Viendo entonces puñales levantados por todas partes, se envolvió la cabeza en la toga, mientras que con su mano izquierda estiraba los pliegues sobre sus piernas para caer con más decencia, con el cuerpo cubierto hasta abajo. Recibió veintitrés heridas, sin haber gemido más que al recibir el primer golpe. Sin embargo, algunos escritores refieren que viendo avanzar contra él a Marco Bruto, le dijo en lengua griega: «¡Tú también, hijo mío!». Cuando le vieron muerto, huyeron todos, quedando por algún tiempo tendido en el suelo, hasta que al fin tres esclavos le llevaron a su casa en una litera, de la que pendía uno de sus brazos.


















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