viernes, 22 de agosto de 2014

QUINTO SEPTIMIO FLORENTE TERTULIANO



Tertuliano (c. 160-220), primer gran escritor cristiano, cuya obra, escrita en latín, destaca por su vigor, suave sarcasmo, y expresión aguda y concisa, así como por su hábil, aunque a veces engañoso, razonamiento. Fue también uno de los primeros Padres de la Iglesia.


Quinto Séptimo Florente Tertuliano nació en Cartago, hijo de un centurión romano. Tras estudiar derecho, ejerció en Roma donde, entre el 190 y el 195, se convirtió al cristianismo. Visitó Grecia y, quizá, Asia Menor. En el 197 volvió a Cartago para contraer matrimonio y hacerse presbítero de la Iglesia. Hacia el 207 llegó a ser el más destacado líder del montanismo, movimiento cristiano que fomentó las profecías y practicó una rigurosa forma de ascetismo. Sus miembros, en conflicto cada vez más abierto con las autoridades de la Iglesia, fueron a la postre declarados herejes. Celoso paladín del cristianismo, Tertuliano escribió numerosos tratados teológicos, 31 de los cuales se conservan en la actualidad. En ellos defiende el cristianismo, refuta las herejías y analiza ciertos aspectos prácticos morales o de disciplina eclesiástica. Desde sus primeras obras sus opiniones sobre ética y disciplina, rigurosamente ascética, fueron poco a poco endureciéndose y, tras adoptar las doctrinas montanistas, criticó con severidad a los cristianos ortodoxos.


Si no hubiera abrazado la herejía sería uno de los más importantes Padres de la Iglesia, a quienes su obra influyó con intensidad, sobre todo a san Cipriano, así como a todos los teólogos cristianos occidentales. La Iglesia católica acepta muchas de sus obras como ortodoxas, incluyéndolas en la literatura patrística. Tertuliano fue un profundo conocedor de las literaturas griega y latina, tanto en su orientación pagana como cristiana, y es el primer escritor en latín que formula conceptos teológicos como la naturaleza de la Trinidad. Sin tener modelos en los que basarse, desarrolló una terminología derivada de varias fuentes, sobre todo de las griegas y del vocabulario de los juristas romanos. La impronta legalista de este lenguaje teológico, por primera vez acuñado en Occidente, nunca se ha borrado.



Su obra más famosa, Apologético (c. 197), es una defensa apasionada de los cristianos contra las acusaciones paganas de inmoralidad y subversión política. De sus tratados doctrinales destinados a refutar la herejía, el más importante es De los derechos de los herejes, donde argumentaba que sólo la Iglesia tiene autoridad para declarar lo que es y lo que no es cristianismo ortodoxo. En otras obras se manifiesta en contra de las segundas nupcias, exhorta a los cristianos a no asistir a los espectáculos públicos y aboga por la sencillez del vestido y los ayunos estrictos. Como todos los montanistas, sostuvo que los cristianos deberían aceptar la persecución sin huir de ella. Los historiadores cristianos valoran algunos de sus escritos, en especial Del bautismo y Sobre la oración, por la luz que arrojan acerca de las prácticas religiosas de la época.



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