miércoles, 27 de agosto de 2014

OCTAVIANO SE PRESENTA ANTE SUS LEGIONES ACAMPADAS EN BRINDISI




En las afueras de la ciudad había acampadas dos cohortes de soldados, todos veteranos pero no incorporados aún a las legiones por haberse alistado demasiado tarde o viajado desde demasiado lejos para llegar a Capua antes de que partieran las legiones. Fuera quien fuese el tribuno militar responsable de ellas las había abandonado a su suerte, y con un día como aquél todos se dedicaban a jugar a los dados, las tabas, los juegos con tablero y a charlar; desde los amotinamientos de la Décima y la Duodécima el vino se había excluido de la dieta de los legionarios.


 Aquellos hombres, que habían pertenecido a la antigua Decimotercera, no tenían propensión a amotinarse y se habían alistado de nuevo sólo por su amor a César y por la perspectiva de una larga y gloriosa campaña contra los partos. Tras enterarse de la horrible muerte de César, se lamentaban y se preguntaban qué sería de ellos.

Poco conocedor de la distribución de un campamento legionario, el visitante, Octaviano con capote y capucha, tuvo que preguntar a los centinelas dónde vivía el centurión primipilus y luego recorrer las hileras de cabañas de madera para llamar a la puerta de una estructura ligeramente más grande. Dentro, se interrumpió el rumor de voces y la puerta se abrió. 


Octaviano se encontró ante un individuo alto y fornido que vestía una túnica roja acolchada. En torno a la mesa estaban sentados otros once hombres, todos con la misma indumentaria, lo cual significaba que el visitante tenía ante sí a todos los centuriones de dos cohortes.


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