LA VELOCIDAD DE LAS LEGIONES DE CAYO JULIO CÉSAR

Uno de los secretos las legiones César es la velocidad. Otro es estar preparado para cualquier eventualidad concebible.

En Roma los senadores sabían de ello, gracias a aquellos extraordinarios despachos que enviaba al Senado para tenerlos informados sobre sus batallas y avances. Sus despachos eran breves, fascinantes, una especie de crónica de los acontecimientos desprovista del más ligero exceso de palabrería, sin tono de disculpa y llenos de menciones a las hazañas de otros hombres, centuriones y legados de categoría inferior. Aquellos despachos recorrían el Senado como una brisa vigorizante, y llegaban puntuales a toda velocidad, gracias a la red de correos de las legiones de César. Se hablaba de la velocidad a la que era capaz de viajar, del modo cómo dictaba a varios secretarios a la vez, de la facilidad con la que tendía puentes sobre grandes ríos y sacaba a desventurados legados de las fauces de la muerte. La velocidad, la improvisación y el planificar en profundidad, era la clave