Tras una distinguida carrera militar durante la tercera guerra Púnica, fue elegido cónsul en el 147 a.C. a pesar de que, según la ley, no tenía la edad suficiente, y de una fuerte oposición.
Al mando de las tropas contra Cartago, tomó la ciudad y la arrasó.
A un frustrado cargo de censor le siguió un segundo consulado en el 134 a.C. durante el que, en ocho meses, destruyó la ciudad española de Numancia, que había resistido a varios generales romanos durante cincuenta años.
Su cuñado, Tiberio Graco, vulneraba la mos maiorum como tribuno de la plebe, y a pesar de que murió antes de que Escipión Emiliano regresara a Roma, éste fue culpado de su muerte.
En el 129 a.C. murió, a la edad de cuarenta y cinco años, de forma tan súbita que se rumoreó que su mujer, hermana de Graco, lo había envenenado.
Intelectual apasionado por la cultura griega, Escipión Emiliano lideró un grupo de mecenas que protegía a hombres como Polibio Panetino o el dramaturgo Terencio. Como amigo era fiel; como enemigo, cruel y despiadado.
El busto de Publio Cornelio Escipión el Mayor es realmente de un sacerdote de Isis confundido tradicionalmente con el de este Escipión
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